Monterrey.— Demasiado líder. Un campeón paupérrimo.
Monterrey desbarató a su acérrimo rival. No le costó trabajo. Cuando Rogelio Funes Mori hizo el tercer gol del partido, quedó clara la distancia entre un regio y otro. Rayados hizo valer su carácter de puntero de la Liga, mientras que los Tigres volvieron a ser ese equipo triste, ahogado en la intrascendencia de tener un equipo millonario, pero sin alma.
Un 3-1 final, sellado por el delantero argentino, que prácticamente finiquita la serie de cuartos de final y le da el pase al cuadro albiazul a las semifinales del Clausura 2016.
Rayados jugó como se acostumbró en este semestre. Pegada infernal, inclemente, que apabulló a su contricante en el mismísimo estadio Universitario.
La Pandilla sólo necesitó seis disparos hacia la portería para llevarse el botín deseado, porque es una tercia de tantos en calidad de visitante. Cantidad que luce suficiente para que no haya sorpresas el sábado en la vuelta.
Por si fuera poca esa virtud de ofender sin piedad, Monterrey tuvo en su manera de defender el complemento ideal para vencer. Antonio Mohamed sabe que su arsenal es tan definitivo que emplea las mayores de las energías de sus pupilos en mantener su resguardo.
Un futbol férreo, con constante roce y muchas faltas cuando son necesarias para entorpecer el accionar de los felinos.
Para Rayados, las puertas del triunfo se abrieron apenas a los 15 minutos de acción, cuando Carlos Sánchez empujó un servicio por abajo hacia uno de los postes de Nahuel Guzmán.
Alegría que duró poco. Rafael Sobis puso de media vuelta la paridad al minuto 19. Había partido en ese momento. El Clásico regio prometía, entonces, emociones al por mayor, un duelo memorable de poder a poder.
Problemas para los Tigres. De nuevo, la escuadra de Ricardo Ferretti se encontró contra la pared. En parte, víctima de la propia pasividad en la que se ha entrampado en los últimos meses.
De aquel equipo que se coronó en la Liga hace apenas unos meses quedó nada. Las mismas ruinas que quedaron de la entidad universitaria, tras la caída en la final de la Liga de Campeones de la Concacaf, volvieron a aparecer anoche. Una estampa de lo que es Tigres.
Dorlan Pabón tomó el esférico en tres cuartos de cancha. Encontró poca resistencia. Enganchó hacia adentro, mientras los defensores felinos sólo observaban cómo se perfilaba para disparar.
El colombiano lo hizo. Un tiro esquinado que se iba alejando de la humanidad de Nahuel Guzmán, quien se estiró cuan largo es para tratar de evitar el segundo gol de Monterrey. No lo logró (37’).
La ventaja la recuperaron los discípulos de Antonio Mohamed, especialista en mantener ventajas en la fase final.
La estocada final a favor de Rayados la puso Funes Mori. En un alarde de técnica individual, tomó el esférico afuera del área chica. Guzmán intentó el achique, pero el sudamericano hizo un giro que le permitió empujar la pelota por tercera vez en la cabaña tigre (83’).
Toda la banca albiazul saltó extasiada ante la conquista. Los Rayados supieron pronto que ese tanto prácticamente finiquita la serie ante su máximo enemigo. Fue demasiado líder, para un campeón dirigido por el ‘Tuca’ que se encamina hacia el fracaso otra vez. Redacción