BRASILIA.— Brasil y Holanda disputarán en Brasilia el partido que no querían: pelearán por el tercer puesto del Mundial, una necesidad para el anfitrión tras la debacle ante Alemania y una cuestión de orgullo para el conjunto oranje.
Ambos protagonistas coinciden en que el objetivo era ser el número uno, pero quieren hacer que un partido que es un castigo sea bálsamo para una herida abierta.
Especialmente profunda es la de Brasil, que tras la histórica goleada recibida el martes en Belo Horizonte necesita limpiar su imagen para cerrar el ciclo, despedir al técnico Luiz Felipe Scolari y empezar un profundo proceso de reflexión.
Felipao aún no sabe si alineará al 11 titular que fue humillado ante Alemania o si hará cambios. “Trataremos de ver las condiciones físicas y otras de los jugadores y luego decidiré si pongo al equipo que perdió o si cambio algo. Esto lo analizaremos conjuntamente con el grupo”, aseguró Scolari. Como refuerzo moral estará el astro Neymar, quien ya se encuentra mejor de la fractura vertebral que sufrió.
“El partido del sábado pasa a ser el otro sueño que tenemos, que es el de terminar la competencia al menos en tercer lugar”, añadió Scolari. El propio técnico sabe, sin embargo, que en el estadio Nacional tiene mucho qué perder y nada qué ganar.
“Si no vencemos, si tenemos otra decepción, empeorará todo. Y una victoria cambiará muy poco. Tenemos que buscar fuerzas para jugar el partido y ganar”, se esforzó el técnico campeón del mundo en 2002 y que se despedirá al final del encuentro.
También su homólogo, Louis van Gaal, busca incentivos estadísticos: ser la primera selección holandesa en acabar invicta un Mundial. “Ese debe ser el siguiente objetivo. Queremos marcharnos invictos”, comentó el futuro estratega del Manchester United. “Queremos hacer historia para Holanda, porque siempre ha perdido al menos un partido”, recordó Van Gaal, quien anhela superar a los equipos subcampeones en 1974, 1978 y 2010.
Van Gaal aseguró que caer como lo hizo Holanda es peor que la goleada sufrida por Brasil. “Perder así [en penaltis] es lo más terrible. Es mejor perder 7-1, porque entonces pierdes. Nosotros no perdimos, perdimos por los penaltis, es triste”, lamentó.
Para tratar de que la herida cicatrice, el técnico volvió a rechazar decir los nombres de los dos jugadores que se negaron a lanzar el primer penalti que terminó errando Ron Vlaar.
Ambos directores técnicos tienen quizás la misión más difícil del Mundial: motivar a unos jugadores que desearían haber empezado ya las vacaciones tras la eliminación en semifinales.