El arribo de la Selección Mexicana al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es caótico. A la distancia, los futbolistas son captados risueños, mientras se las ingenian para evadir los reflectores que los aguardan en la sala de espera.
Contrariados, Justino Compeán, Héctor González Iñárritu, El Flaco Luis Fernando Tena y lo que queda del cuerpo técnico, así como los jugadores que residen en la capital se esfuerzan por abrirse camino, con la asesoría de personal de seguridad.
En la sala internacional, el contingente no sabe qué hacer. Se mueven de una salida a otra, hasta que todos comienzan a correr. Los reporteros y camarógrafos inician la persecución y las personas que se encuentran en el aeropuerto se suman a la corretiza. Unos ríen, otros abuchean.
“¡Vamos a cazar ratones!”, grita alguien. Personal aeroportuario facilita el acceso a los periodistas y algunos que los ven correr señalan el camino por donde escaparon.
“¡Se fueron por allá, no, por acá!”, corrige una muchacha, risueña, cuando se ve rodeada de cámaras.
Los lentes son capaces de captarlos. Ahí está Justino, quien zigzaguea junto con González Iñárritu. Jonathan Orozco y Ángel Reyna ríen a carcajadas. Al menos ellos pueden regresar a los pasillos aeroportuarios en busca de sus vuelos de conexión. En el caso de los dirigentes, del cuerpo técnico y los jugadores de América, Cruz Azul y Toluca, no les queda más que correr. Ellos se respaldan con el personal de seguridad, que les indica los recovecos donde pueden moverse. Se trata, pues de emprender la graciosa huida.
Mas hacia donde corren se escuchan los abucheos. Gracias a ello se mueve la multitud que los persigue, en busca de alguna entrevista, algún autógrafo o, peor aún, reprocharles sus recientes actuaciones en la eliminatoria de la Concacaf.
El único que atina a detenerse en la terminal aérea es el panameño Felipe Baloy. Una nube de reporteros cubre al defensa del Santos Laguna, quien sin complicaciones atiende cada uno de los cuestionamientos. Cordial, el moreno evita satirizar a los mexicanos. Se trata de un viejo conocedor de nuestro balompié.
Curiosamente, él participará con su selección en el próximo compromiso del hexagonal contra México, en nuestro país, en busca, al menos, del anhelado repechaje, que ahorita está en poder de los canaleros, por mejor volumen de goles que el Tri.
Las corretizas en torno de los jugadores mexicanos continúan. Se dan por todos lados. No hay forma de encontrarlos. Tranquilamente, personal de seguridad asignado a la Selección Nacional, aparece junto con los utileros, quienes cargan los balones y otros utensilios del equipo. Los depositan en la camioneta, que luego da vueltas para recoger a los seleccionados en un hotel próximo.
Ahí, por fin, hablan José de Jesús Corona y Christian Giménez, únicos que dan la cara a todo el escándalo. Justino y González Iñárritu aún se las ingenian para escapar sin ser vistos. Son los más buscados y los que menos quieren dar la cara. Vendedores de espejitos que ejecutan, a la perfección, el juego del gato y el ratón.