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Se levantó del césped impulsado por la emoción que otorga ser el creador de una genuina obra de arte. Raúl Jiménez derramó lágrimas de sangre, al igual que miles de aficionados que comenzaban a llorar de tristeza.
No era para menos. Acababa de marcar un gol tan valioso como bello y hasta milagroso. Inolvidable recurso de un chico que no conoce límites. Tenía menos de cinco minutos en el campo cuando presumió toda su plasticidad con el remate que cimbró al Coloso de Santa Úrsula (85’). Delirio colectivo. Vida pura.
El goleador del América avivó la flama que estaba a punto de extinguirse tras la anotación de Luis Tejada (81’). Apretada victoria (2-1), buena para que la esperanza se mantenga, sellada por una de esas estampas que no sucumbirán en la lucha con el tiempo. Hizo lo que fue imposible para Javier Hernández, ese laureado y respetado atacante del Manchester United… El que vive uno de sus momentos más oscuros como profesional.
Jiménez sabía que su tanto ya era histórico. Por eso, saltó en cuanto el monstruo de 100 mil cabezas enseñó todo su poderío con ese sentido gemido. Fue la voz del desahogo, la de la desesperación… La del orgullo lastimado por tantos invasores.
Panamá se quedó muy cerca de sumarse a esa lista. No lo hizo gracias al arrojo de ese futbolista que fue llamado por Víctor Manuel Vucetich tan pronto como Tejada dribló a Guillermo Ochoa.
Serio por naturaleza, al Rey Midas tampoco le fue posible contener la alegría al ver cómo la pelota superaba al meta Jaime Penedo. El experimentado entrenador dañó su garganta con el feroz grito.
Se trata de un hombre de fe. Nunca la perdió en su equipo, ni siquiera tras la dolorosa falla en el penalti (60’). El Chicharito pidió permiso a Rafael Márquez, genuino coronel de Vucetich, mas su ejecución congeló a casi 100 mil corazones, esos que volvieron a latir con normalidad hasta que Jiménez sacó de la chistera tricolor el más bello truco.
Noche en la que lo único admisible era ganar. No importaban las formas, mucho menos los recursos para obtener el triunfo que permita controlar su destino de cara a la penosa reclasificación, frente a Nueva Zelanda… Aunque Raúl le puso un dorado moño. Tercera vez que marca con el combinado absoluto. Ninguna tan espectacular y trascendental como la que anoche permitió exorcizar fantasmas.
Meta que se buscó gracias a sui géneris apariciones en Santa Úrsula. Hasta Celeste, la mascota del América, voló antes del inicio. Pequeña ceremonia con la que se intentó otorgar al Tricolor la buena vibra que hoy envuelve a las Águilas. Surtió efecto. Uno de los dos seleccionados azulcrema se bañó de gloria.
Brasil 2014 continúa lejos. La victoria da a Vucetich y sus hombres la certeza de que no perder el martes en Costa Rica les garantizará seguir con vida. Para acceder directo, necesitan ganar y que Honduras caiga con Jamaica. En alguno de ambos duelos debe haber al menos una diferencia de dos anotaciones.
Terminó el conjuro en casa. Primer triunfo en el actual hexagonal final de la Concacaf (tres empates y un revés). El monstruo de las 100 mil cabezas celebró un éxito de su huésped consentido 395 días después. Aquel, sobre los ticos, también fue por un gol.
Dato que muestra la fragilidad de un equipo que aún no ha recuperado totalmente la seguridad… Tampoco quienes le rodean. Por eso, anoche estrenó la camiseta que técnicamente debería utilizar en la XX Copa del Mundo. El patrocinador se resistió a guardarla en el armario.