AUGUSTA . El estadounidense Jordan Spieth logró ayer un histórico triunfo en el Masters de Augusta con una tarjeta final de 270 golpes, 18 bajo par.
El golfista de apenas 21 años de edad dominó de punta a punta el torneo y se agenció su primer “major” con una ventaja de cuatro golpes sobre sus más cercanos competidores.
El texano, quien el año pasado fue segundo, aguantó los embates de figuras como Tiger Woods, Rory McIlroy y Phil Mickelson.
Spieth es el segundo jugador más joven de la historia en ganar el primer “major” del año después de Woods en 1997 e iguala la mejor tarjeta de la historia con un total de 270 golpes. Jordan además logró el récord de birdies y la mejor tarjeta tras 36 y 54 hoyos.
Ayer defendió los cinco golpes de ventaja con los que comenzó la última jornada respecto al inglés Justin Rose, segundo finalmente a cuatro golpes, igualado con el estadounidense Phil Mickelson.
“Fue la semana más increíble de mi vida”, dijo el ganador.
Spieth había ganado dos títulos antes de lograr la chaqueta verde, lo que le confirma como la gran sensación del golf mundial.
“Estaba muy nervioso, pensé que iba a ser un poco más fácil pero no lo fue. No dormí muy bien”, reveló Jordan.
El norirlandés Rory McIlroy, número uno del mundo, fue cuarto a seis golpes de Spieth, por lo que deberá esperar un año para ganar el único “major” que le queda y completar el Grand Slam.
“Quiero ser como Bubba [Watson] y ganar dos Masters”, dijo Jordan sobre sus planes para el futuro.
Woods, ex número uno del mundo y cuatro veces campeón en Augusta, acabó con cinco bajo par en su regreso al circuito tras dos meses fuera para recuperar su juego.
Con los mismos golpes, a 13 del campeón, terminó el español Sergio García. El argentino Ángel Cabrera finalizó con dos bajo el par.
“Es más maduro de lo que yo era con 21 años. Tiene todo”, dijo esta semana Ben Crenshaw, el último texano en ganar el Masters antes de Spieth.
Tras 44 presencias en Augusta, donde ganó dos veces, Crenshaw se despidió esta semana del golf y entregó el testigo a Spieth, llamado a lograr mucho más que lo que consiguió Crenshaw.
Spieth habla despacio con acento sureño, pero sin resultar monótono o aburrido. Es natural, un chico amable, bien educado, nada estridente y que juega muy bien al golf.
Ellie, su hermana de 14 años, nació con un desorden neurológico que la convierte a veces en autista. En ocasiones presencia los torneos en los que juega su hermano, pero no estuvo esta semana en el Masters. Cuando no están juntos, hablan por teléfono.
“Es aleccionador verla a ella y sus amigos y los problemas por los que pasan cada día, cosas que nosotros damos por sentadas”, dijo sobre su consanguínea”.