MADRID.— No hay cómo frenarlo: tras el paréntesis de la derrota en la final de Montecarlo, el español Rafael Nadal se confirmó una vez más como el rey indiscutido de la arcilla al conquistar por tercera vez en su carrera el Torneo de Madrid.
“Necesito más días como el de hoy [ayer]”, dijo el siete veces campeón de Roland Garros, tras derrotar por 6-2 y 6-4 al suizo Stanislas Wawrinka, un hombre que está jugando el mejor tenis de su carrera, pero que perdió por novena vez en igual cantidad de partidos ante el español, a quien jamás le ha ganado un set.
“Creo que he jugado un gran partido, el partido en el que he estado más agresivo. Para ganar a estos jugadores, la única forma es haciéndolo muy bien. Quizás esta victoria es aún más especial por de dónde venimos. Venimos de una temporada complicada. El torneo ha salido mejor imposible”, añadió el ex número uno.
El de ayer fue el título 55 de Nadal y el 40 sobre arcilla. Así, el español iguala al austriaco Thomas Muster en el segundo puesto de la lista de jugadores más ganadores de la historia sobre polvo de ladrillo. Quien más títulos suma es el argentino Guillermo Vilas, con 46. Nadal podrá aspirar a igualar esa marca hasta 2014, ya que este año sólo le restan dos torneos más sobre dicha superficie: Roma y Roland Garros.
Nadal aseguró una vez más que no le importan las estadísticas, aunque esa afirmación quedó bastante relativizada tras reaccionar veloz, cuando se le preguntó en conferencia por los 46 títulos de Vilas: “¿Cuarenta y seis? ¿No son 45?”.
Son 46, cifra que, salvo catástrofe, Nadal terminará igualando. Y, aunque eluda sistemáticamente hablar sobre el tema, Nadal llega como gran favorito para la conquista de un título que sería el octavo en el mítico Abierto de Francia.
No podría ser de otra manera, porque tras regresar en febrero de siete meses de ausencia por lesión, el español enhebró siete finales en igual cantidad de torneos y sólo perdió dos: en Viña del Mar ante el argentino Horacio Zeballos y en Montecarlo con el serbio Novak Djokovic.
Wawrinka es responsable directo de algunos de los mejores partidos, puntos y golpes en lo que va de 2013. El suizo venía además de ganar el Torneo de Estoril y es desde hoy, el 10 del mundo, pero cuando el rival se llama Rafael Nadal y el rectángulo es naranja y polvoriento, los partidos remiten a aquel letrero en la puerta del infierno descrito por Dante Alighieri en La Divina Comedia: abandonen toda esperanza.
“Rafa es muy duro, el mejor jugador sobre esta superficie. Yo estoy contento porque hice un muy buen torneo”, se resignó Wawrinka tras una final que lo vio impotente. Instantes después de la derrota, su nariz comenzó a sangrar, un singo de un choque del que terminó noqueado.
Fue una final que Nadal empezó como más le gusta: quebrando el servicio de su rival en el primer juego. Wawrinka perdió su saque otra vez en el tercer juego y el set inicial se le fue velozmente por 6-2.
En el segundo, un tiro largo de Wawrinka cerró una final que tuvo su momento más emotivo en el festejo de Nadal arrojándose de espaldas sobre la arcilla naranja.