MORELIA.— El libreto estaba escrito en azul... La Máquina está en semifinales. Cruz Azul venció otro de sus fantasmas, de esos que le han perseguido durante tantos años: dio cuenta del Morelia, su “bestia negra” en las últimas Liguillas, y ahora jugará las semifinales contra Santos, curiosamente otro de sus verdugos.
Juego dramático, que pudo haberle costado caro a los Cementeros. La realidad es que Cruz Azul la vio cerca. Morelia lo superó en el juego de vuelta, más la ventaja sacada en la ida (4-2) fue suficiente. A pesar de la derrota, 1-0, con gol de Rodrigo Salinas, el global (4-3) dice que Cruz Azul está en semifinales.
Los últimos minutos de agonía bien valieron la pena. La defensa cementera resistió heroica el bombardeo moreliano, sobre todo en la segunda parte y el silbatazo final fue recompensa digna para quien anotó más goles en 180 minutos. Ahora deberá recargar fuerzas y esperar que su hombre gol, Mariano Pavone pueda aliviarse de una lesión.
Como Liguilla
En el libreto de la Liguilla fue escrito, desde hace tiempo, que el que llega en desventaja, va por todo; y el contrincante sale a cuidarse.
Morelia y Cruz Azul lo siguieron al pie de la letra durante la primera parte, con sabor de Liguilla.
Monarcas, que llegó con desventaja del Azul por dos goles, fue a dejar el alma en los primeros minutos. El travesaño, a tiro de Jefferson Montero, recibió a Chuy Corona; enseguida Mancilla le ganó el cabezazo a Amaranto Perea, igual que Cárdenas lo hizo sobre Flores, ambos se fueron desviados. Las bandas fueron las rutas de entrada de los Monarcas y Cruz Azul inició como no quería, pero como lo esperaba: defendiéndose heroico.
Pasó el acoso, los 15 minutos de rigor, y La Máquina se asentó, se apoderó del balón y generó oportunidades de gol, todas ellas desaprovechadas por Mariano Pavone.
El Tanque, con cinco goles en dos encuentros, salió en tarde de perros. En la primera que tuvo abanicó un centro de Flores; en la segunda, Joel Huiqui salvó en la línea su disparo y en la tercera, no alcanzó el balón de rebote, después de un cabezazo que Gerardo Flores mandó al travesaño. En la cuarta vino la catástrofe: solo, frente a Federico Vilar, el argentino echó a un lado el balón. En la banca, Cruz Azul se lamentó, pero en el área moreliana se vivió un drama aparte: Pavone no se levantó, se pensó que era por vergüenza, pero no, en realidad El Tanque ya no pudo regresar.
La lesión enfrió a Cruz Azul. La desconcentración llegó. Cerca del final de la primera parte, Rodrigo Salinas, fuera del área, sacó un tiro que venció el lance tardío de Corona (44’). Sin su hombre gol y ya con un tanto de ventaja, Cruz Azul se fue dolido al vestidor.
Morelia volvió a la carga en la segunda mitad. Cruz Azul cometió el error de defender muy atrás. Prácticamente entregó los extremos para dedicarse a rechazar pelotas en el área chica.
Todo se redujo a rechaces de Perea y Pereira, y en uno de estos, Jaír casi clareó a Corona, quien rechazó el balón con los pies. La reacción de la banca fue sacar a Pablo Barrera por el recuperado Alejandro Vela. Barrera, a su salida, pidió una explicación de su exclusión.
Carlos Bustos, técnico moreliano, por su parte, echó toda la carne al asador. Cruz Azul se metió en su área por la presencia de tres centros delanteros del rival: Mancilla, Carlos Ochoa y Sergio Santana, hasta Corona lucía nervioso.
El tiempo jugó su propio partido. Cruel por su rapidez para Morelia; cruel en su lentitud para La Máquina. Tres minutos se agregaron. Tres minutos en donde se fue todo el campeonato. Tres minutos donde todo podía suceder. Vilar se fue a rematar, Corona despejó a medias; la nación azul, en el Morelos, saltó orgullosa; la de Morelia no lo podía creer y Cruz Azul menos.
Silbatazo final. Cruz Azul eludió, al fin, otro fantasma, de esos que le han perseguido por años. Hoy está en semifinales, aunque sufrió, dignamente sigue como candidato, pero la realidad es que la vio cerca.