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Amsterdam.— Minuto 43. En el Amsterdam Arena se comienza a escuchar “43”, “43”. “¡Justicia!”. “¡Justicia!”. Los gritos provienen de la porra mexicana de alrededor de 500 connacionales que se organizaron para dejarse escuchar por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Y vaya que se escuchan, fuerte, firme, dentro del estadio.

Afuera del recinto, que festeja su partido 50 de corte internacional, la protesta encabezada por una periodista mexicana afincada en Holanda, poco brilla. La cita era a las 17:00 horas locales y pocos mexicanos, apenas 30, de los más de 500 acordados en venir, se presentaron en una de las explanadas del estadio. Unas cuantas mantas, unas cuantas fotos de los normalistas desaparecidos y la intención de entregar pañuelos blancos, que al final fueron servilletas, a los holandeses que estuvieran dispuestos a apoyar.

Algunos dijeron que sí, la mayoría dijo que no.

La prensa mexicana que vino a cubrir el juego se acerca a pedir opinión. Hay pocos comentarios, algunos se niegan, otros dicen que “después”.

Mas hay muestras de repudio también: “No tomes nada. No tomes a mis hijos”, grita una mexicana pintada de calavera a los reporteros de Televisa. “Ustedes mienten –grita—. Toda la prensa mexicana miente. Con la prensa mexicana nada”.

Pasan los minutos y el grupo no crece. Hay otros paisanos que pasan cerca de los manifestantes, pero no se muestran interesados en participar; pasan de largo y prefieren ir al Fan Fest.

Las televisoras holandesas sí son atendidas. A los europeos les llama la atención lo sucedido, lo toman como algo “colorido”.

De pronto se oye una voz. “Que nos tenemos que retirar. No tenemos permiso para estar aquí, si no nos vamos, nos van a venir a sacar”.

El entusiasmo se apaga por un momento. La organizadora, Dianeth Pérez, da algunas instrucciones. Las mantas son guardadas, es tiempo de esperar.

El juego comienza y otra vez los mexicanos se hacen escuchar, primero al entonar el Himno Nacional, después al recibir con abucheos a Arjen Robben, declarado enemigo público del día, y con más frecuencia cuando el portero Krul despeja de su área. El clásico “Pu...”, no puede faltar.

Viene el golazo de Vela, una anotación que borra la rabia acumulada en su contra por más de tres años. De un momento a otro es héroe nacional, vuelve a ser un “consentido” de la afición.

Y la porra mexicana se lo hace saber desde la tribuna.

Corren los minutos, más corre Robben para hacerse de un balón, pero es frenado por la defensa mexicana. Corren los minutos, más corre Vela por otro gol, pero no le queda el balón a modo. Corren los minutos, pero más grita el ‘Piojo’ tratando de alentar a su equipo. Corre el tiempo, y llega el minuto 43...

De pronto, del segundo nivel de la Amsterdam Arena, en una de las cabeceras, se dejan escuchar algunos gritos: “43, 43, 43” y enseguida: “¡Justicia!. ¡Justicia!”.

Sólo los calla el reloj, que olvida el minuto citado, y pasa al 44’.

El tiempo de protesta termina, es el tiempo del partido, un encuentro lleno de colorido. Y es que los holandeses, fríos en apariencia, apoyan a su equipo en todo momento, a pesar de los malos momentos que viven.

Empata Holanda, pero aquel sector de mexicanos no deja de apoyar; vuelve a anotar Vela, le quieren levantar un altar y el grito de “¡México, México!”, envuelve el ambiente.

Cosas del deporte, un deporte en donde hay cabida para todo, para protestar, para apoyar y hasta para volver a encontrar a un jugador que desdeñó por tres años la patria futbolística.

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