Tanta dicha, imposible. Miguel Herrera procura contenerse. Apela a la humildad, pero no lo consigue. Al final, orondo, presume: “¡Cantado vale doble!”
Boleto en mano a Brasil 2014, garantizado prácticamente desde el mismísimo juego de ida tras el impactante 5-1 sellado en el Estadio Azteca, el estratega de la Selección Mexicana ya había anticipado el éxito frente a Nueva Zelanda.
“Dije que íbamos a ganar contundentemente y cantada vale doble”, explica El Piojo, dueño de la escena en la salita de conferencias.
El paso que sigue apunta, más allá de completar el éxito en la vuelta, convencer a los dueños de clubes de que él es el indicado para dirigir al Tri en el Mundial.
“Podemos amalgamar una gran Selección”, fomenta el aún estratega americanista, a “préstamo” para estos dos partidos de repesca.
—¿Te ves en Brasil?
“Me veo regresando, el próximo 21 [de noviembre], con el boleto, y el problema de ellos [los dueños] será el 2 de diciembre”, cuando tengan que elegir al encargado de guiar a México al certamen mundialista.
Hoy puede darse el lujo de dormir plácidamente, sin perturbación. “Vivo los partidos con la tranquilidad que se trabaja para conseguir esto, los resultados”, explica orgulloso, como si portara el elíxir del éxito, descubierto en algún barco encallado en cierta isla remota. “No me como las uñas y duermo bastante bien. Después, los actores principales hicieron lo que debieron, con un aplauso generalizado”.
Herrera se esfuerza por evitar la comparación entre el triunfo de ayer, con la Selección, en un pletórico Coloso de Santa Úrsula, al conquistado el semestre anterior, con el América, en la final del Clausura 2013 contra Cruz Azul: “Yo lo siento como cualquier partido, porque los vivo todos así. Sé que estoy en el top de mi carrera por ser director técnico de la Selección, pero soy técnico por dos partidos, todavía no tengo nada ganado”, aclara, sin catapultarse de lleno en Brasil.
“Gané un partido importante”, reconoce, mas de inmediato corrige: “...bueno, los chavos lo ganaron, me arrastran en su éxito”.
Es más, la tirada es clara: “Vamos al segundo [el juego de vuelta, en Wellington], después decidirán quién va al Mundial con México. Espero que tomen una buena determinación”, propone.
Pese a tanta dicha, el timonel se da a la tarea de enseñarle a sus muchachos que no pueden aflojar ni un centímetro, de cara al duelo de vuelta, el próximo 20 de noviembre: “Somos conscientes de que no podemos echar campanas al vuelo hasta no tenerlo en Wellington, pero con lo que vio la gente tiene que entusiasmarse y hoy, más que nunca, están pensando en eso. Este equipo va a salir a matarse para ganar también allá”, garantiza.
De hecho, “vamos a pensar que estamos 0-0, que empezamos la eliminatoria allá”, añade resuelto. “Veremos cómo se sienten”, ataja, en torno de si repetirá alineación allá. “Mañana será un viaje pesado, estaremos llegando pasado mañana. Veremos cómo está el cansancio. Me encantaría ver cómo está el cuadro y el lunes veremos”.
No, Miguel tampoco descarta a la legión “europea” en Brasil: “La gente de allá también es importante. Necesitábamos un equipo dinámico, con determinación. A los ‘europeos’ también les cuesta. La altura pesa”, sopesa El Piojo: “Ellos van a ser importantes”.
Pero antes de subirse a Brasil hay que aterrizar en Wellington, porque “esto no está finiquitado”.