¿Cómo puede ponérsele ‘mute’ a una muchedumbre? Fidel Martínez y Javier Cortés lo enseñaron con sus dolorosas ejecuciones para un pueblo que ya saboreaba la hazaña.
Los Tigres son el campeón del futbol mexicano, no sin antes sufrir más de la cuenta. Victoria en penaltis (4-2, 4-4 global) por la combinación que formaron su masoquismo y el amor propio de los Pumas, a quienes la victoria de anoche (4-1) les alcanzó para llegar a la última instancia. Pero el ‘Neymar Ecuatoriano’ y Cortés fallaron a la hora cero, mientras que André-Pierre Gignac, Anselmo Vendrechovski ‘Juninho’, Arturo ‘Palmera’ Rivas e Israel Jiménez fueron perfectos. Sólo Ismael Sosa y Luis Fuentes anotaron por los de casa.
Cuarto título en la historia de los regiomontanos y cuarto como estratega para Ricardo Ferretti, quien alcanzó al mítico Carlos Miloc como los hombres que han hecho campeones dos veces a los Tigres. Su éxito silenció al inmueble.
Ese que vibró con una historia que parecía ‘script’ cinematográfico. Cuando José Luis Salgado se acercó para solicitarle que se despojara de la casaca de calentamiento, Silvio Torales creyó que se dirigía a otro futbolista. No era para menos. Apenas sumaba 10 minutos en el Apertura 2015 y no jugaba desde el 13 de septiembre, frente al Veracruz... Pero el instinto hizo que Guillermo Vázquez echara mano de él a siete minutos del final.
No se equivocó. El volante de contención paraguayo anotó uno de los goles más valiosos en su carrera. Fue el primer balón que tocó. Suficiente para desbordar el júbilo en las enardecidas tribunas.
El certero cabezazo con el que venció a Nahuel Guzmán (87’) fue la consumación de una meta catalogada como simple utopía por quienes no tienen la sangre azul y la piel dorada. El tigre que lució poderoso en Monterrey fue reducido a simple minino en la ciudad de México, durante 90 minutos.
Los finalistas invirtieron papeles, respecto a la ida, y los locales en el juego definitivo mostraron que la puntería y entereza no son sus únicas virtudes. También cuentan con paciencia en altas dosis. Pese a que los Tigres parecían gobernar la batalla de los sentimientos durante la primera media hora, jamás claudicaron.
Matías Britos y Daniel Ludueña solicitaron calma a sus compañeros. Cortés y Alejandro Castro cometieron inverosímiles errores, pero lo único que obtuvieron como respuesta fue apoyo moral.
Eso explicó que, justo antes de marcharse al camerino, un balón filtrado llegara al corazón del área regiomontana. Parecía de rutina para el meta argentino del visitante, hasta que Britos luchó por alcanzarlo y provocó un choque entre los defensas centrales rivales. El resultado: la pelota escurrió hasta Herrera, quien sólo la empujó con la pierna derecha (45’).
La racha de imbatibilidad de los Tigres durante esta Liguilla finalizó en 429 minutos... También la seguridad de los dirigidos por el ‘Tuca’.
Quedó claro con el monólogo auriazul de la segunda mitad. Vázquez entendió que era momento de asfixiar al equipo que llegó a Ciudad Universitaria como virtual monarca, así es que echó mano de Martínez, a quien confinó a la banca tras su pobre desempeño durante la serie semifinal ante el América.
El ‘Neymar Ecuatoriano’ respondió con el preciso servicio a la testa de Britos. El charrúa contactó el esférico, mas necesitaba una ayuda inesperada. La obtuvo con el resbalón de Guzmán, quien no pudo hacer algo para evitar el gol (54’).
La hazaña de igualar el global se materializó con el tanto de Torales, pero tres minutos después el ímpetu traicionó a Herrera y el cartón carmesí fue inevitable.
Todo cambió en los 30 minutos de futbol gratis, cuando los visitantes parecían coronarse. Desde antes que Jiménez recibiera aquel pase de Francisco Torres, André-Pierre Gignac levantó el brazo derecho. Harto del masoquismo norteño, el francés decidió volver a marcar diferencia. Gol de crack.
El servicio del ‘Piloto’ era alto, mas ‘Monsieur’ felino mostró que —además de futbolista— es mago. Bajó la pelota con la pierna derecha, metió el cuerpo para ganar la batalla al defensa Marcelo Alatorre y fusiló a Alejandro Palacios con la misma extremidad (102’).
Todo volvía a la aparente normalidad, hasta que Hugo Ayala también fue expulsado (115’). Los Pumas echaron mano de su última cuota de oxígeno y Gerardo Alcoba halló un trébol de cuatro hojas frente a Nahuel. Lo fusiló (119’) para enviar todo a penaltis.
Instancia en la que se coronaron los Tigres. No podía ser de otra forma en su sitio favorito, porque tres de sus cuatro cetros fueron logrados en el Distrito Federal, dos sobre el césped del Olímpico Universitario.