Simplemente no puede, Memo Vázquez no logra vencer a su maestro Ricardo Ferretti vestido de azul. Unos lastimados Tigres vinieron a hacer lo que mejor saben: especular, y se fueron con la ganancia mayor al vencer 0-1 al Cruz Azul.
Con este triunfo, Ferretti rompe una racha de cuatro juegos sin ganar, y sigue con la inercia de victorias sobre Vázquez, tres seguidas.
Juninho, en la primera parte, logró el triunfo regio. Tigres llega a 12 puntos y Cruz Azul se queda en 16.
La fórmula de Tuca es sabida y Memo Vázquez debería conocerla más. Los Tigres aguantan, juegan con la desesperación del rival, para, en el momento menos esperado lanzar la garra y ganar la presa.
Así hizo Tigres durante la primera parte, no tuvo el dominio del balón, pero sí el del partido. Porque los regios hicieron que Cruz Azul entrara en su ritmo, hicieron que Cruz Azul dejara los espacios que a ellos les convenían, y así, en la agonía de la primera parte, Juninho hizo el gol de la ventaja.
De nada le sirvió a La Máquina explotar la banda izquierda, por donde anduvo Joao Rojas, quien esta vez fue secado por Torres Nilo; ni siquiera tener al Chaco libre, pero este Chaco, desde que se fue a la Selección Nacional, no es el mismo.
El primer tiempo fue como le convenía a los felinos: lento, aburrido, con muchas faltas que cortaron el ritmo.
Aún con todo eso, fueron los visitantes quienes ocasionaron más peligro, bien controlado, ahora sí, por Corona.
El empate era oro para los Tigres, pero el gol de Juninho les cayó como diamante.
En la segunda parte, el concierto de faltas siguió, pero al fin hubo consecuencias y Salcido se fue expulsado (52’), y así Tigres, con más pretextos a su favor, jugó a lo que más sabe: a destruir.
Memo Vázquez quiso responder y realizó cambios, pero aún con nombres distintos, Cruz Azul continuó igual de gris, sin generar peligro importante. Primero entró Nápoles, después Amione y al final Emaná. Todo el arsenal cementero estaba en la cancha, ante 10 “inofensivos” Tigres.
Pero poco funcionaba. Cruz Azul centralizaba demasiado. Emaná se perdía entre la media y el ataque; Rojas no desbordaba y Amione se perdía entre choques intrascendentes. Sólo Nápoles sacaba la cara y hacía volar espectacularmente a Palos, con un tiro de fuera del área.
Vino un gol anulado a Rojas, después de una serie de aventones en el área. Llegó un cabezazo de Pavone, que fue salvado en la línea por Ayala. El tiempo era el peor rival para La Máquina, tiempo que fue cruel y decretó la victoria de Tigres, una nueva victoria del maestro sobre el alumno.