SAN JOSÉ.— El arribo de la Selección Mexicana es tranquilo, sin corretizas ni insultos. Lejos de toparse con cualquier inconveniente, el grupo bajo el mando de Víctor Manuel Vucetich, sale tranquilamente por la puerta principal. Son pocos quienes expresan alguna frase hostil.
A bordo de un autobús verde, difícil de identificar por la gente, los futbolistas son trasladados al hotel de concentración elegido para la ocasión, alejado del bullicio y rodeado de un clima de total tranquilidad, en vecindad con Heredia. El lugar goza de mucha vegetación y la quietud es tal, que a kilómetros se distingue el vuelo de una mosca.
Los jugadores bajan tranquilamente, tras un breve trayecto, y los reporteros guardan distancia, porque sólo reciben autorización para tomar fotos desde lejos, sin entrevistas. Ahí, uno a uno, se dirigen a sus habitaciones. No faltan quienes ni voltean a ver las cámaras. Memo Ochoa, Rafa Márquez y Javier Chicharito Hernández, son los más esquivos. Ellos prefieren pasar de largo y ni siquiera voltean para la foto.
Costa Rica es una sede cómoda para todos. A diferencia de El Salvador y Honduras, donde hay serenatas y hostilidad en cualquier esquina hacia los mexicanos, aquí la amabilidad sorprende. Sonrientes, se toman la foto y no pasa de bromas. Nadie atreve a molestar a los tricolores, quienes se han mantenido intocables en esta sede a lo largo de 21 años de dominio. Aunque cuando el técnico de Costa Rica, Jorge Luis Pinto, escucha eso, de inmediato recuerda el famoso “Aztecazo”, para hacer notar que los mexicanos no gozarán de vacaciones aquí.
“México duró años sin perder en el Azteca, y ha perdido dos veces, contra Costa Rica y Honduras. Puede ser que mañana sea el día de nosotros. Así es el futbol. Brasil nunca había perdido en el Maracaná y perdió. No es una regla totalitaria. Es un partido de vida o muerte. Los jugadores están súper motivados y vamos a encontrar un equipo respetado y yo he respetado al país, a México”, asegura Pinto, quien promete usar la misma alineación que empleó ante Estados Unidos, la misma que victimó 3-1 al conjunto de las barras y las estrellas.
Al filo de las 12:15 horas, el contingente se pone en calma y sólo la perderá a partir de esta noche, cuando enfrente al moderno estadio Nacional, repleto para ver a La Roja en su último partido del hexagonal, ya con el boleto para Brasil, el mismo que podrían quitarle a los mexicanos, si los vencen y se combina un éxito panameño.
La afición local cree que hubo cierto favoritismo de Costa Rica frente a Honduras, a pesar de los enojos del estratega Pinto, quien lo niega rotundamente. “Estoy casi seguro que le ayudó a Honduras...”, opina un transeúnte, convencido de que los catrachos recibieron ayuda tica el viernes pasado. Sin embargo, en el ánimo de ellos está el hecho de que volverán a ver a La Roja decidida a ganar contra los mexicanos, a quienes procurarán eliminar del Mundial de una vez por todas.