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León gana con autoridad

León gana con autoridad
16/12/2013 |00:01
Redacción Querétaro
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Y el vencedor sin duda fue el mejor equipo de la Liguilla. Es el León, verdugo de las Águilas y flamante monarca del Apertura 2013. Sí, La Fiera ha regresado al máximo circuito con el pie derecho, de la mano del magnate más rico del país, Carlos Slim.

Al ave se le ha ido el soñado bicampeonato, la despedida triunfal de Miguel Herrera a la Selección Nacional y el León le ha propinado su segunda derrota al americanismo, en una gran final, en toda la historia del Estadio Azteca. La ocasión anterior, hace 41 años, Cruz Azul le pegó 4-1 a los Cremas a partido único en el mítico coloso. Sí, ahora la diferencia es más amplia. El 1-3 esmeralda se transforma en un lapidario 1-5 global.

Impaciente, el ave ataca resuelta, hambrienta, voraz. Va por todos los goles, mas increíblemente no llegan. El bombardeo se genera en todas direcciones. Rubens Sambueza se echa al equipo al hombro y los carrileros, junto con la incorporación del Quik Mendoza, en medio campo, generan un torbellino en el área verde.

Sí, El Piojo acierta con el ingreso —de inicio— de Luis Ángel por Osvaldito Martínez. Éste recorta, aprieta y tras eludir a un par de futbolistas, descarado, sacude el poste derecho de Yarbrough.

Sin embargo, el estratega amarillo falla al incorporar a Narciso Mina por Luis Gabriel Rey. El ecuatoriano desperdicia toda las opciones que generan las Águilas y la afición, desesperada, reprocha el ajuste ofensivo de Miguel Herrera para el trepidante duelo de vuelta.

Mina deja ir las mejores opciones en el primer tiempo y la afición milloneta, cansada, le grita “¡fuera, fuera, fuera!” El águila avasalla, somete, pero el León, con espacios, sabe hacer daño. Y aún sin Hernán Darío Burbano, reservado en la banca por Gustavo Matosas, Eisner Loboa también aporta velocidad.

Así, al minuto 12, después de una acción clara que desperdicia Mina, Mauro Boselli aprovecha un balón filtrado, en contragolpe, de Gullit Peña y con disparo colocado, cruzado, pegadito al poste derecho de Moi Muñoz, eleva a tres dianas la diferencia en la gran final.

El gol no intimida al americanismo, que cierra furioso los primeros 45 minutos. Después de todo, el árbitro Roberto García Orozco está entrenado para soportar los berrinches de Rubens Sambueza, los reproches de Aquivaldo Mosquera y los desplantes del Piojo Herrera. A los jugadores apenas los amonesta. Al estratega, apenas lo encara, sin atreverse a expulsarlo. La tibieza que el timonel emplumado le reprochaba a César Ramos, en la ida, la experimenta García Orozco con el entrenador crema, para fortuna de las Águilas.

Mas en cuanto el cuadro capitalino se aplica en lo suyo, el futbol, el empate se produce en el Coloso de Santa Úrsula. Ya para entonces, Mina ha desaprovechado otras dos oportunidades y los merolicos azulcremas, a través de los micrófonos, reclaman un penalti inexistente por unas manos que sólo ellos son capaces de apreciar, porque Nacho González desvía el bombazo de Sambueza con el rostro.

Luego de tanto insistir, al 42’ llega el gol amarillo. Sambueza, una pesadilla para los Esmeraldas, envía un balonazo que desvía Nacho González. Autogol que revive a los capitalinos. El festejo es monumental, como si hubieran empatado la serie. Pero no, apenas es el 1-1 parcial en el Estadio Azteca.

Y el silencio vuelve en el amanecer del complemento. Sí, otra vez, después de fallar una gran ocasión, esta vez en los pies de Raúl Jiménez. En el cobro de un tiro de esquina, Nacho González se lava la cara y con la testa sacude las redes. Es el 1-2 (1-4 global) que ataranta al ave milloneta, herida de muerte.

Todavía más, el América —que para entonces ya reclama todo— se queda con 10 hombres por la expulsión del Maza Rodríguez, luego de frenar a Britos, de un jalonazo, cuando éste avanzaba solo.

Narciso Mina, el “gran villano”, sale entre abucheos, no sin antes fallar una ocasión más de peligro. Para entonces, el ingreso de Luis Gabriel Rey es demasiado tarde.

Decidido, León da la última mordida. Letal. Edwin Hernández, al 72’, sepulta al América. Lo hace mediante un golazo, ya con un ave sin aliento sobre la cancha. Para entonces, todo llega a la normalidad. Herrera se va expulsado y su ave se queda sin el bicampeonato.

Y el joven William Yarbrough, como hace 41 años lo hizo el portero cruzazulino Miguel Marín con un atajadón sobre Carlos Reinoso, en tiro libre, apaga el bombazo de Layún. Sí, el joven leonés se transforma en uno de los grandes héroes, al apagar los desesperados intentos millonetas. Sí, porque el León es el Rey de la Selva futbolera...