La Habana.— Un grupo de estrellas cubanas del beisbol, incluyendo algunos de los más famosos desertores de los últimos años, regresaron a la isla ayer como parte de la primera visita de las Grandes Ligas desde 1999.

El jardinero de Dodgers, Yasiel Puig; el toletero de White Sox, José Abreu; su compañero Alexei Ramírez y el catcher de Cardinals, Brayan Peña, llegaron junto con un grupo de representantes de Grandes Ligas y otros peloteros al vestíbulo del hotel Nacional en el inicio de una visita de tres días para tender lazos entre la organización que rige el beisbol y las autoridades cubanas.

Puig, quien huyó a México con contrabandistas en 2012 y luego cruzó la frontera a Texas, abrazó a su coach de la infancia, Juan Arechavaleta, al verlo en el hotel.

“Estoy muy contento de estar aquí”, dijo Puig, quien tenía prohibido regresar a Cuba, hasta que recibió un permiso especial para el viaje de esta semana.

Puig rehusó decir más, pero Arechavaleta indicó que sus familiares, quienes viven en la ciudad sureña de Cienfuegos, no estaban allí.

Peña, oriundo de La Habana, fue recibido por al menos 20 familiares, quienes reían al escuchar historias de la vida del jugador en Estados Unidos, y le pasaban un teléfono para hablar con otros familiares que no pudieron estar presentes.

“Estoy muy agradecido a todos los que tuvieron que ver con este reencuentro tan hermoso”, comentó Peña, quien se fue de Cuba hace más de una década, y dijo que sólo pudo ver a unos cuantos familiares cuando volvió para una visita de dos días hace cuatro años.

El regreso de varios desertores que ganan millones de dólares en las Mayores es un momento crucial en las relaciones entre Cuba y los cientos de peloteros que han abandonado el país y el sistema estatal que los formó.

Bajo el régimen de Fidel Castro, un apasionado del beisbol que consideraba el deporte como una expresión de nacionalismo, los desertores tenían prohibido volver a Cuba. La mayoría eran borrados de la historia oficial, y ni siquiera eran mencionados en la televisión estatal, a pesar de convertirse en estrellas en Estados Unidos.

El hermano y sucesor de Castro, el presidente Raúl, eliminó algunas de las restricciones como parte de sus medidas para aligerar el control del estado sobre la sociedad. Eso incluye una enmienda en 2013 que eliminó el requisito de una visa de salida, excepto los que son considerados esenciales para el país.

Algunos peloteros de Grandes Ligas han recibido permiso para volver a la isla para ver a sus familiares. Otros, como el infielder Yoan Moncada, han recibido autorización de las autoridades cubanas para salir legalmente y seguir sus carreras en Estados Unidos. Moncada firmó en marzo con Boston, que lo fichó por 31.5 millones de dólares.

El caso de los jugadores que salen de Cuba en embarcaciones capitaneadas por contrabandistas es distinto. Sus salidas ilegales han sido tratadas hasta ahora como una traición a la sociedad, y tenían que esperar ocho años para poder volver al país, al igual que otros cubanos que se van ilegalmente.

El regreso de jugadores es parte de la mejoría en las relaciones entre Grandes Ligas y el beisbol cubano desde que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron hace un año que restablecerían relaciones diplomáticas.

Grandes Ligas espera volver el próximo año para realizar un partido de pretemporada, e incluso el comisionado de las Mayores, Rob Manfred, adelantó que los Rays de Tampa Bay sería el equipo que realizaría la visita.

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