Hasta cuando es invadido por la dicha, Joffre Guerrón no olvida a aquellos que le laceraron. Quedó claro anoche, mientras la multitud le rendía pleitesía tras marcar la anotación que abrió al Cruz Azul las puertas de la goleada sobre el FC Juárez (3-0) y el boleto a las semifinales de la Copa MX.
De ‘villano favorito’ a héroe en cuatro días, aunque el ecuatoriano recuerda perfectamente el sonoro abucheo que recibió al salir de cambio el sábado, frente al Puebla. Eso explicó que se llevará el índice derecho a la boca y señalara a la tribuna con la mano izquierda, al tiempo que sus compañeros le felicitaban por aprovechar el gran servicio del capitán Gerardo Torrado para vencer al meta fronterizo Yair Urbina.
El ‘Borrego’ tomó la pelota en los linderos del área visitante y la filtró hacia la gacela celeste, quien definió con un preciso disparo con la pierna derecha (67’). Gol catártico. A partir de entonces, el pueblo cruzazulino gozó y la resistencia de los Bravos languideció.
Se demostró con la jugada que desató el júbilo entre los poco menos de 20 mil asistentes a la antigua Ciudad de los Deportes. Tomás Boy echó mano de Rafael Baca para cerrar el partido, mas el contención obsequió un furibundo desborde por la izquierda y puso el esférico al juvenil Kevyn Montaño, quien tocó de primera intención a Víctor Zúñiga, cuyo potente disparo venció al meta chihuahuense (76’).
El coraje del ‘Jefe’ quedó en simple anécdota. Minutos antes había regañado al canterano cuando éste todavía estaba en el ‘carrito de las desgracias’. Creyó que se tendió sobre el césped sólo para ganar unos cuantos segundos, así es que le exigió incorporarse de inmediato. El chico estaba en pie antes de que finalizara la llamada de atención.
Porque el estratega de La Máquina tuvo tiempo para todo, incluso mostrar su peculiar baile durante el primer festejo de Guerrón. Lo repitió, aunque de manera más mesurada, casi minimalista, después de la anotación de Zúñiga. El cuarto árbitro, Eduardo Galván, le había solicitado no realizar tantos aspavientos.
Boy le hizo caso. La llegada de los goles le hurtó el mal humor que le había provocado no reflejar en el marcador el dominio ejercido desde el silbatazo inicial de Diego Montaño. Cerca del ocaso, el ecuatoriano recibió un pase por la derecha y superó al meta con otro riflazo para firmar su doblete (90’).
El actual campeón de la Liga de Ascenso llegó a la Ciudad de México, en plena contingencia ambiental, con el propósito de resistir el mayor tiempo posible. La definición por penaltis no le desagradaba, pero la verdadera contingencia estuvo en su defensa. Los Cementeros realizaron ocho disparos a portería, por dos del tímido visitante.
El primer gran objetivo en el semestre azul sigue intacto, al igual que la racha de imbatibilidad en partidos oficiales (suma 13).