Cruz Azul se enfila hacia la eliminación con su sello característico: perder cuando falta un suspiro para que termine el partido.

La Máquina lo hizo de nuevo. Aceptó el gol del triunfo poblano 2-1 al minuto 93, cuando Ángel Mena perdió el balón, Jerónimo Amione condujo hasta el borde del área y sirvió a Gabriel Esparza, quien definió por abajo.

El “momento Cruz Azul” es infalible. Sus jugadores comienzan a temblar a partir del minuto 80 y deciden suicidarse deportivamente cuando la compensación está en curso. Maldición que luce eterna.

La Liguilla luce tan distante como en los últimos cinco torneos para los Cementeros. La derrota ante el peor equipo del Clausura 2017, les deja con vida artificial y sólo las matemáticas les dan esperanza de avanzar a cuartos de final. Se quedaron con 14 unidades y lo más que aspiran serán a 23, sin margen de error.

El equipo cementero tendrá que ganar sus próximos tres partidos y esperar un milagro para acceder a la siguiente ronda. El fracaso de Francisco Jémez al frente de La Máquina está cerca de concretarse; su equipo se conformó con salvarse del descenso. Es lo más que puede presumir el controvertido entrenador español en este semestre.

Guadalajara, Pachuca y León quedan en el horizonte de la escuadra capitalina. Calendario pesado para pensar en que los cruzazulinos ganen los nueve puntos restantes.

En cambio, La Franja sumó tres unidades, mismas que le hacen distanciarse siete puntos del Veracruz, último de la tabla de cocientes, cuando faltan tres duelos. La salvación es inminente. Los poblanos tendrán un año más equipo en la hoy llamada Liga MX.

El partido había arrancado bien para Cruz Azul. El gol de cabeza de Rafael Baca al 4’ le daba esperanzas de una victoria cómoda. Mas el duelo avanzó y el club Camotero apretó lo suficiente para empatar, a través de un autogol de Julio César Domínguez (57’).

Al 93’, apareció el “momento Cruz Azul”. Gabriel Esparza sentenció a los celestes con la complicidad de Jesús Corona. Puebla enloqueció porque acaricia la permanencia. La Máquina volvió a su acostumbrada mediocridad con la clásica capacidad de cruzazulear.

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