Da lo mismo si el adversario está en el Top Ten del ranking de la FIFA o representa a una pequeña isla caribeña. El sufrimiento y el papelón no cambian, no si está Juan Carlos Osorio como máximo responsable.
La Selección Nacional garantizó el liderato del Grupo C en la Copa Oro, aunque no evitó el bochorno provocado por la técnica, aunque inocente a la hora de definir, representación de Curazao. La victoria por 2-0 no tapa las falencias de un equipo empeñado en pasarla mal desde su propio director técnico.
Las rotaciones se mantuvieron, al igual que la falta de entendimiento y buen futbol. De no ser por José de Jesús Corona, la vergüenza en el Alamodome habría sido mayor.
El portero realizó dos atajadas clave. La más importante cuando el partido apenas comenzaba. Gino van Kessel se plantó ante él y pareció definir correctamente, pero un manotazo del tapatío evitó que el dominio curazaleño se reflejara en el marcador. Empezaba el drama para Osorio y sus jugadores.
Ángel Sepúlveda calmó todo con un cabezazo a buen servicio de Raúl López (22’), quien tuvo sus primeros minutos en el torneo. Así es el entrenador colombiano. Todos juegan, pocos entienden a qué.
Curazao aprovechó la confusión colectiva para ilusionarse con un empate que se quedó a centímetros de llegar. El larguero se lo impidió a Gevaro Nepomuceno.
El miedo inundó la cancha y las tribunas. Edson Álvarez lo fulminó con el segundo gol (90’), aunque no las dudas, mucho menos la vergüenza. Y sigue Honduras.