En los estadios del futbol mexicano se ha vuelto una costumbre que antes de los despejes de los porteros, el grito unánime desde la tribuna sea “¡puto!”.

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) señala esas expresiones como homofóbicas y exige a la Federación Mexicana de Futbol medidas que terminen con esos gritos, porque atentan contra los derechos de las personas homosexuales.

“Nos parece que así como hay expresiones racistas que no se deberían aceptar, porque son discriminatorias, igualmente los gritos homofóbicos lo que buscan es intimidar y denigrar al portero o al equipo contrario, pero en realidad denigran el deporte”, señala Ricardo Bucio Mújica, presidente de la Conapred. “En ese sentido sí hay un equívoco y una omisión permanente de las directivas [de los clubes] y de la Federación [Mexicana de Futbol]. Ésta es una situación que puede degenerar en violencia”.

Por eso, Bucio recomienda emprender campañas preventivas y correctivas para frenar este fenómeno, generalizado en los recintos del balompié nacional.

“Se tendría que dar un cierto aviso a la tribuna, porque tiene una afectación concreta en la vida de las personas, no es un tema inocuo”, lamenta el titular del organismo contra la discriminación. “Hay una carga de desprecio, de minusvaloración en esta expresión colectiva en el estadio”.

En esta semana, la Unión de Federaciones de Futbol Europeas (UEFA) abrió una investigación en contra de la afición del Bayern Munich por mostrar una pancarta con mensajes homofóbicos en el duelo contra el Arsenal.

Sin embargo, en el Reglamento de Sanciones de la liga mexicana no se señala explícitamente a la homofobia como un tipo de discriminación, al sólo referirse al racismo.

¿Exportamos homofobia?

El capitán del Tri gay, Andoni Bello, lamenta que “si hace 20 años exportamos ‘la ola’, ahora estamos exportando homofobia, porque hay una normalización que puede generar crímenes de odio”.

El futbolista asegura que en otras latitudes del planeta, en concreto en el Viejo Continente, “lo homofobia se persigue igual que al racismo y hay gente que no puede entrar a los estadios por esas expresiones”.

Bello denuncia que en el pasado “Justino Compeán estaba feliz en el Mundial de Alemania 2006, porque presumió cómo iban a recibir los mexicanos al portero rival”.

Agrega que las manifestaciones homofóbicas dentro del futbol mexicano impiden que los jugadores con diversas preferencias sexuales “salgan del clóset” con libertad.

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