Madrid .— El Atlético de Madrid sobrevivió a la épica y se clasificó para los cuartos de final de la Liga de Campeones al superar al Bayer Leverkusen en la tanda de penaltis, tras llegar al final de la prórroga con triunfo por 1-0.
El estadio Vicente Calderón vivió una agonía y estalló de alegría al ver a su equipo, actual subcampeón de Europa, en la siguiente ronda de la Liga de Campeones. Lo mereció porque arriesgó un poco más que su rival, aunque todo se resolvió en la ruleta de los penaltis, donde el conjunto rojiblanco sonrió por su fortuna.
Nadie se acordará ya de un mal partido de futbol porque la emoción cubrirá cualquier análisis del choque. Lo único que ocurrió en la primera parte fue el afortunado gol del Atlético de Madrid. Fuera de eso, se sucedieron los balones al aire, las fricciones, las interrupciones, las patadas, los reclamos al árbitro y las entregas al contrario. Mucha tensión y poco futbol dentro de una noche en la que acompañó el frío y el viento.
El entrenador local, Diego Simeone, sorprendió en la alineación al poner a Cani, muy poco utilizado esta temporada, en lugar de Gabi. Es decir, puso talento y quitó músculo. Pero lo cierto es que si esa era su pretensión poco se notó, dada la intrascendente actuación del titular.
Lo primero que buscó el Atlético fue mantenerse firme en defensa y buscar las segundas jugadas a partir de los despejes del contrario. La elaboración no le apeteció demasiado.
El Bayer Leverkusen jugó muy incómodo y su estadística habló de una improductividad evidente: ningún disparo entre los palos hasta la prórroga.
Simeone lamentó su suerte a los 20 minutos al tener que hacer su primer cambio por la lesión muscular del arquero Miguel Ángel Moyá. Pero el gol, ocurrido siete minutos después, lo que le ayudó a mitigar sus penas.
Fue un tanto muy afortunado. Surgió de una falta. El Bayer Leverkusen despejó corto y el balón acabó en el borde del área. Mario Suárez disparó, el balón se desvió en un defensa, varió la trayectoria y entró en el arco visitante. Fue el delirio en el Vicente Calderón.
Y hasta el descanso no ocurrió nada más que no se hubiera visto antes: hiperexcitación, más patadas, reclamos al árbitro, jugadores por el suelo... En este escenario pocos equipos se mueven mejor que el Atlético de Madrid.
Simeone volvió a mover pieza tras el intermedio y quitó a Cani para poner a Raúl García. Entonces, el Atlético fue más Atlético que nunca. El equipo rojiblanco comenzó a ganar cada batalla en la mitad del campo y llegó con más jugadores al área. Es cierto que no creó grandes ocasiones, principalmente porque tanto Mario Mandzukic como Antoine Griezmann no tuvieron su mejor noche, pero sí mostró más ambición que su rival.
El Bayer Leverkusen fue muy poca cosa en la segunda parte. Ya no es que no creara ocasiones, sino que apenas encontró caminos para acercarse al área rojiblanca. Con tan pocas individualidades activas, el partido iba estar en una jugada puntual, en una acción individual.
Pero nada ocurrió en la segunda parte, por lo que el duelo se fue a la prórroga. Con los dos equipos agotados, aparecieron tímidas ocasiones, pero el resultado permaneció igual.
En la suerte fatídica, el Atlético de Madrid tuvo un poco más de sangre fría que su rival y ganó la tanda por 3-2. El delantero Kiessling mandó el último lanzamiento a las nubes. DPA