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Viernes 12 de mayo de 2017. En un restaurante de Ciudad Obregón, Sonora, ante un televisor, Humberto Gallegos está sentado en vísperas de su cumpleaños 46. Faltan escasas horas para que las llamadas y mensajes de felicitación saturen el celular, pero eso no le importa a Humberto, que tiene el teléfono en silencio. Su hijo Giovanny , a 4,400 kilómetros de distancia, está por darle el mejor regalo de su vida…

Es Yankee Stadium donde Giovanny dará la sorpresa. Frente a 41 mil 150 aficionados, el sonorense de 25 años sube al montículo para relevar al cubano Aroldis Chapman. Con el primer lanzamiento Giovanny Gallegos añade su nombre como el beisbolista mexicano 122 en jugar en Grandes Ligas. Con el segundo pitcheo domina a la estrella de los Astros de Houston, Carlos Correa y pone fin a un inning tortuoso para Yankees.

Bajo el monitor del restaurante de Ciudad Obregón, Humberto llora. El celular repica en la mesa por todos los que lo buscan, pero no contesta. Quiere todo el momento para él y su hijo.

“Fue hermoso. Yo sabía que el juego estaba perdido y que no había solución. Su abogado pensó que ese día ya no entraría al encuentro, a pesar de que había calentado. Cuando lo vi entrar comencé a llorar, sólo pensé en mi hijo. Disfruté el momento por completo”, recuerda nostálgico.

No existe otro lugar en el que quiera estar Humberto que no sea en ese estadio de beisbol. Pero sin visa para ingresar a Estados Unidos el viaje se carga de peligro. El padre de Giovanny trabajó 10 años en ese país, pero sus papeles caducaron y por ahora tiene que conformarse con la señal de televisión que transmite el estreno de su hijo.

“Mi visa está vencida; me puse en contacto con el abogado de mi hijo para tratar de arreglar los papeles. En alguna ocasión hablamos de que yo no estaría en su debut, le conté a Giovanny que cuando llegara el momento de verlo jugar en Grandes Ligas quería estar solo en un lugar tranquilo. Estar desconectado de todos para que no me molestaran, sólo me acompañó mi hermana”.

Humberto también se perdió el inicio de su hijo en el beisbol y gran parte del crecimiento que alcanzó hasta ser firmado como profesional por los Diablos Rojos del México, que al año siguiente vendieron sus derechos a Yankees por 100 mil dólares.

Cuando Giovanny tenía ocho años de edad, su padre emigró a Carolina del Sur. Cuatro años estuvo en las calurosas cocinas de restaurantes.

“Todos los padres buscamos lo mejor para nuestros hijos. En ese momento yo tenía papeles para cruzar. Primero me fui a Carolina del Sur, donde trabajé casi cuatro años; regresé a Obregón y me volví a ir, pero a Las Vegas, donde viví seis años. A Giovanni lo dejé a los ocho años y al volver me encontré con un adolescente que ya jugaba beisbol”.

El 22 de diciembre de 2009 Humberto regresa a Ciudad Obregón. Su plan es pasar unos días de descanso. En Las Vegas se dedica a la construcción y las dificultades económicas pasaron. Las vacaciones están por terminar, Giovanny le pide que se quede un poco más de tiempo. Es el pitcher abridor en el encuentro por el campeonato y su padre nunca lo ha visto jugar.

“A mediados de enero me pidió que me quedara a verlo jugar un campeonato. Pero yo tenía que regresar a trabajar. Me insistió y conseguí alargar las vacaciones y toda la familia fue a verlo jugar. Tiró un juego perfecto y fue campeón. Me regaló la bola. Desde ahí no he regresado a Estados Unidos a disfrutar de mi hijo”.

Aunque casi no vivieron juntos, Humberto es muy apegado a Giovanny y a sus otros tres hijos (Cinthya Jackelin, Kevin Humberto y Alex Darío).

Desde su contratación con Diablos hasta su ascenso al primer equipo de Yankees, Giovanny no ha dejado de llamar a su padre para darle las primicias de sus actuaciones... Ambos sueñan con algún día estar en el mismo estadio de Grandes Ligas para salir juntos, como tenía que haber sido su debut.

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