San Pedro Sula.— El Himno Nacional Mexicano suena. Un grito de “Hijos de... ”, además de una unánime silbatina, opaca la música que compuso Jaime Nunó. La Selección Mexicana inspira repudio, casi odio en tierras catrachas.

Honduras sabe que tiene que hacer sentir que el Tri nunca será bienvenido. La casa de la hostilidad debe guardar su prestigio. Mantenerlo desde antes del partido, hasta el final. Cualquier elemento que tenga que ver con México es despreciado en el Olímpico Metropolitano.

Los centroamericanos buscan un némesis como blanco; lo encuentran en el ‘Chicharito’. Javier Hernández mira con desconcierto por la ventana del autobús de México. Su mirada trata de ser indiferente, pero termina por expresar una mueca de incomodidad. Sus ojos observan una serie de insultos, reclamos, mentadas y aficionados hondureños que buscan rodear el vehículo que llevó al Tri al estadio de San Pedro Sula.

El camión entra al coso catracho, mientras los fanáticos locales insisten en intimidar a los seleccionados que antes se vestían de verde. Agitan las banderas de su país, les dicen que van a salir goleados y les gritan que “mejor ni hubieran venido”, porque van a perder.

Como en todo odio, también hay amor oculto. Más de un hondureño confiesa su admiración por ‘Chicharito’. “Es un gran delantero. Quiero que haga gol a los nuestros, pero que gane Honduras. Sería perfecto”, explica Enner Figueroa, un aficionado que porta su playera de la ‘H’.

“Hasta pensé en traerme la camiseta de México, pero en estos días, todo lo que sea de ese país es mal visto, lo que no me parece bueno, pero ni modo”, acepta.

Es cierto ese comentario. Cuando los jugadores tricolores saltan a la cancha en el calentamiento, la fanaticada del Olímpico no para de gritar: “¡Culeros, Culeros!”. En cuanto el sonido local da el nombre de los titulares de Juan Carlos Osorio, los aficionados de Honduras esperan a que se acaben de pronunciar, para emitir un “buuuu” unánime.

“Con el 14, Javier, ‘Chicharito’, Hernáaaaandez”, dice el locutor. Los presentes no perdonan el abucheo más fuerte de todos. El también admirado delantero del Bayer Leverkusen se convierte en el peor de los enemigos para la ‘H’.

Cuando el canterano del Guadalajara se hinca en la mitad del campo para realizar sus típicas plegarias al cielo, los asistentes al Olímpico lo insultan sin darle tregua.

Hernández no es el único que recibe trato hostil. El pueblo catracho tiene memoria. Sabe quiénes han pasado por su suelo por parte del Tri y no perdonan. En cuanto observan a Alberto García Aspe, ex seleccionado y hoy comentarista, le lanzan insultos, lo miran con desprecio y la policía tiene que escoltar al mundialista para que se coloque en su palco.

Episodios que se completan con el calor y la humedad para hacer aún más adversa la visita mexicana.

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