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Jerzy Hausleber, Padre de la Marcha mexicana, tuvo ayer su primer homenaje póstumo. Justo ahí, en la pista del Comité Olímpico Mexicano (COM), el legendario entrenador fue recordado por familiares, atletas y dirigentes, quienes le rindieron una guardia de honor, a cinco días de su deceso.
“Este lugar fue su casa, un sitio donde forjó campeones y medallistas. Su legado lo conservaremos para ejemplo de las nuevas generaciones. Estamos en pláticas con su esposa para que nos apoye con sus anotaciones y podamos entregarlas a los entrenadores para llevarlas a la práctica”, dijo Carlos Padilla Becerra, titular del COM.
Hausleber, quien falleció el jueves pasado, llegó al Comité en 1966 y de inmediato se puso a las órdenes del entonces titular, José de Jesús Clark Flores. A partir de entonces comenzó a escribirse una historia de éxito que tuvo en José El Sargento Pedraza su primer gran héroe, con una plata en los Juegos Olímpicos de México 1968, en la caminata de 20 kilómetros.
Vinieron después nuevos éxitos para Jerzy, quien además de buenos andarines, formó personas de bien. “Eso hay que destacarlo, él no nos enseñó solamente a caminar, también a ser respetuosos, disciplinados y eternos seguidores de nuestros sueños”, comentó el ex atleta Joel Sánchez.
Ernesto Canto, uno de sus alumnos, fue el encargado del discurso oficial. El medallista recordó los conocimientos que adquirió del polaco y lo exitoso de su fórmula que llevó a los andarines mexicanos a la cosecha de nueve metales olímpicos bajo su mando.
“Vivió en esta pista grandes momentos. Hablar de Hausleber es referirse a un hombre entregado a su profesión, honesto y justo, siempre dispuesto a ayudar a deportistas mexicanos, fueran o no marchistas. Fue su propósito de vida: ayudar a los demás”, dijo Canto.
Bozena, viuda del entrenador, estuvo presente en la ceremonia, al igual que su hijo Andrés, además de algunos de sus nietos.
Más sereno tras la pérdida de su padre, el vástago mayor del entrenador recordó las enseñanzas de su padre y aseguró que el atletismo mexicano fue toda una pasión para su progenitor.
“Recuerdo muy bien una fecha muy importante en nuestras vidas, fue el 27 de mayo de 1969, cuando mi madre, mi hermano y yo arribamos a México, dormimos las primeras noches en el cuarto número ocho del Comité, mientras mi padre conseguía un departamento. Ha habido muchas cosas difíciles que mi padre vivió y al último estuvo tres veces desahuciado, a punto de morir y nunca se rindió, pero siempre tuvo un lema el cual era: ‘nunca te dejes vencer’”, dijo.
Asistentes, familiares y dirigentes realizaron una vuelta olímpica simbólica a la renovada pista del Comité Deportivo Olímpico Mexicano (CDOM) con las cenizas del entrenador. Hoy se le rendirá un nuevo homenaje en la pista atlética de Ciudad Universitaria donde logró su primera medalla olímpica en 1968, donde comenzó el camino de la leyenda de Hausleber.