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Han sido decenas de miles de kilómetros recorridos en bicicleta y las piernas le pueden dar para más. Matías Amayase ha convertido en una de las atracciones en esta Copa del Mundo, cuyos partidos probablemente verá por televisión, aunque todavía guarda una esperanza de adquirir una entrada para ver a su Argentina en el último partido de la fase de grupos, ante Nigeria.
Desde hace cinco años, incluso para el Mundial de Brasil 2014, inició un viaje que por ahora lo ha llevado a Moscú. La meta es regresar a San Petersburgo, lo que significaría que consiguió el boleto para ver a su selección. "Son cinco días en la bicicleta hasta allá... De hecho, ya pasé por ahí y solamente volvería si puedo entrar al juego".
Aquí el problema.
Matías no tiene dinero. Se financia el viaje con ayuda de la gente que encuentra en el camino. Algunos le han apoyado con comida, un lugar para dormir, para bañarse y otros con efectivo. Ofrece fotografías con paisajes de los 37 países que ha recorrido. No les pone un precio, es cooperación voluntaria.
Pero si cobrará por cada fotografía que le solicitan junto a su compañera de viaje -una vieja bicicleta adornada por banderas y recuerdos de lanttabesia-, quizá tendría para la entrada en San Petersburgo y algo más. Cobrar por esas fotografías no es lo suyo. Incluso pareciera que cada palmada le alimenta para seguir adelante, aunque en el estómago solamente traiga una manzana.
"Trabajaba para la medicina, tenía una vida común y corriente, pero lo cambié todo por mi felicidad, esa felicidad no es otra cosa que haber conseguido llegar a Rusia, su destino final por ahora...”
De su natal San Juan en Argentina salió al norte, hacia Brasil. Eso fue hace cinco años y se atravesó el Mundial anterior. Continuó por Centroamérica hasta llegar a México.
"Anduve por Guadalajara y también fui a la Ciudad de México... Luego por la costa de Acapulco y hasta llegué a Cancún", relata. Amaya regreso a Panamá para abordar el avión a España, "ahí salía más barato". Ya en Europa continuó la aventura: Francia, Holanda, Alemania, Italia...
"Todo salió por un pequeño viaje por 15 días y se convirtió en una historia de vida. Estoy feliz de haber llegado a la meta después de tanto tiempo", narra mientras le solicitan una fotografía más. "El viajar no se mide en kilómetros sino en la cantidad de amigos que haces en el camino. Me sorprende que mucha gente se saque fotos y agradezco a quienes me han ayudado, además de que tengo dos manos (refiere a trabajar) para viajar".
De Moscú a San Petersburgo hay poco más de 700 kilómetros de distancia. En auto son casi 10 horas de viaje, en tren cinco, a pie se hacen seis días y en bicicleta cinco... algo que Matías sabe bien porque "de allá me vine para Moscú y fue lo que tarde, si me gustaría regresar, ver a mi selección y con eso sería redondo este viaje, este Mundial".
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