LEÓN.— Medio siglo después, las imágenes de aquella borrascosa tarde londinense siguen intactas en la memoria de Antonio Carbajal. No podía ser de otra manera. Fue el día en el que grabó su nombre en una de las páginas más doradas en la historia del balompié mundial.
El 19 de julio de 1966, la “Tota” defendió el arco de la Selección Mexicana frente a Uruguay, en el Mundial de Inglaterra. Fue su único partido durante ese evento, suficiente para ser el primer futbolista que participa en cinco ediciones del máximo evento futbolístico en el orbe.
Con 87 años de edad, el original “Cinco Copas” recuerda en exclusiva para EL UNIVERSAL lo sucedido el día que ingresó a la bóveda celestial del deporte.
—Cincuenta años después ¿qué le representa esa marca?
“Me gustan los récords en el futbol. Fui el primero, el segundo fue el señor Lothar Matthäus, quien incluso tuvo la gentileza de llamarme para decirme que iba a igualar mi marca, aunque fue muy honesto al decirme que sólo iba a jugar 25 o 30 minutos [en Francia 1998] con el objetivo de empatarlo. Los récords son para igualarlos y superarlos, pero siempre queda quién fue el primero y me siento muy orgulloso de eso”.
—¿La FMF lo ha contactado para felicitarlo por el aniversario?
“No me ha llamado la Federación Mexicana [de Futbol], pero ni me interesa, ni preocupa, ni ocupa. Por desgracia, sé cómo somos los mexicanos... Obvio, hay excepciones. Sabemos que reconocer a alguien es bastante difícil, pero la vida es así. No me gusta cacaraquear lo que hice, lo que fui. La fama que tenemos [los mexicanos], a cualquier nivel, es de deshonestidad. Ni modo”.
—¿Cuáles fueron sus sensaciones aquella tarde?
“Sentí alegría, porque desde la noche anterior me dije que debía andar bien, porque era mi último partido. Le pedí ayuda a Dios para que no me metieran gol, aunque Él no iba a tapar. Le pedí que estuviera atento y despierto. Cuando Nacho [Trelles] dijo la alineación, todos los muchachos se sorprendieron y el que más se acercó a mí fue [Ignacio] Calderón. Él, durante ese torneo, me había pedido que me pusiera atrás de la portería como fotógrafo y dirigiera al cuadro. Fue inolvidable”.
—¿Cuál fue la clave para tener una carrera tan exitosa y longeva en el futbol?
“No soñé. Dije ‘quiero ser’, pero sólo interiormente. En memoria de mi padre quise ser. Él no entendió nunca que yo quería jugar futbol, pensó que no quería estudiar y deseaba ser un golfo. Nunca me vio jugar en el estadio, aunque sí supo lo que hice. Era taxista y un día me platicó que había bajado a unos clientes porque se enfrentaban León-América y yo estaba atajando. Empezaron a hablar mal del equipo y a tirarme... Mi papá los bajó del coche”.
—¿Qué pensó cuando Lothar Matthäus se comunicó con usted para decirle que igualaría su marca de haber jugado en cinco ediciones del Mundial?
“Me dio gusto. No soy una persona egoísta. Qué bueno. Los récords son para igualarse o superarse. Si me llegan a pasar, siempre van a preguntar quién fue el primero... Y ahí está en la historia”.