Un título y poco más de 60% de efectividad resultaron pocos argumentos para que Ignacio Ambriz se mantuviera como el director técnico del América.
Se convirtió ayer en el primer estratega despedido en la era de Ricardo Peláez, presidente deportivo de las Águilas.
Desde que inició su gestión, el 26 de mayo de 2015, Ambriz sufrió el rechazo de la fanaticada emplumada. Hecho que no pudo revertir durante su estancia en el Nido de Coapa. Los fieles azulcrema nunca creyeron que fuera el entrenador adecuado para un equipo que cumplirá su centenario de fundación en octubre próximo.
“Nacho tiene una experiencia internacional importante con uno de los técnicos más prestigiados como Javier Aguirre. Pido a la afición que nos den el beneficio de la duda”, solicitó Peláez, al presentar al hoy ex timonel águila.
La frialdad de los números fueron buenos, aunque con episodios negros que provocaron la ira de la hinchada americanista.
Ambriz tuvo 37 triunfos, 12 empates y 19 descalabros durante su gestión en Coapa.
Pero la eliminación en el pasado Mundial de Clubes ante el Guangzhou Evergrande 2-1 en cuartos de final enfureció a Emilio Azcárraga Jean, presidente de Grupo Televisa y dueño del América.
Sin embargo, Nacho pudo resarcir un poco de esa herida que le dejó al cuadro emplumado con la conquista de la Liga de Campeones de la Concacaf frente a los Tigres. Logro que le valió a los americanistas la oportunidad de regresar al Mundialito para buscar una revancha deportiva.
“No sé si vaya a llegar a buscar el desquite”, dijo Ambriz, al ser cuestionado sobre la posibilidad de reivindicarse.
En la Liga, el discípulo de Manuel Lapuente y Javier Aguirre sólo alcanzó las semifinales en el Apertura 2015 y Clausura 2016 (cayó ante los Pumas y el Monterrey, respectivamente).
En este torneo vino el descalabro que más le terminó por pesarle a su era en el América. La goleada sufrida contra el Guadalajara.
A partir de ese 3-0 frente a Chivas, los hilos que sostenían a Ambriz como entrenador americanista se rompieron. La remontada 4-3 a Cruz Azul fue un espejismo y ante León (0-2) se volvió a ver a un América gris. Nacho no pudo mantenerse un partido más como entrenador en el Nido. Ni siquiera Peláez, su máximo defensor, le tuvo más paciencia.