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FORTALEZA, Brasil.— Todavía quedaban algunos minutos por jugarse, no muchos, pero varios tenían ya la mirada clavada en el piso. El nudo en la garganta, como involuntario reflejo del dolor, llegó unos cuantos instantes después.
La ilusión llamada Copa Confederaciones terminó en pesadilla. Nueva derrota ante un coloso (0-2), otra vez con la timidez como vergonzoso sello de una Selección Mexicana aterrada, a la que preocupa más no ser goleada y el “qué dirán”, que realmente plantar cara a un adversario que desaceleró durante los últimos cuartos de hora en cada mitad.
Treinta minutos de auténtico vendaval bastaron a Brasil para sentenciar el partido. Es cierto que tardó demasiado en asegurar la victoria con la segunda anotación, pero el marcador no fue otro, con mayor diferencia, por el temple del arquero tricolor, José de Jesús Corona.
Único jugador del Chepo que actualmente marca diferencia en favor de los verdes. Algunos lo hacen en contra, por más que se esfuercen en recuperar el futbol que los metió en la élite del balompié nacional.
Ninguno como Francisco Javier Rodríguez. Amagó con ponerse el traje de salvador cuando desvió aquel balón servido por Daniel Alves a Fred… Hasta que le cayó a Neymar. El niño consentido de la torcida demostró que no todo es publicidad en él. También hay calidad, mucha. Zapatazo descomunal, imposible para el guardameta tapatío (9’). Partido resuelto.
El resto fue masoquismo del Scratch du Oro y una nueva dosis de temor obsequiada por los mexicanos, quienes sigilosamente arrinconaron al local durante los minutos finales. El problema es que se carece de punch. Un gol en los más recientes 360 minutos; aquel penalti que Javier Hernández le marcó a Italia. Anemia ofensiva que ha agravado el estado de salud de un combinado desmejorado, inseguro.
Realidad opuesta a la de su contrincante. Además de competitivo, el equipo dirigido por Luiz Felipe Scolari disfruta generar falsas esperanzas a sus contrincantes. Lo hizo con el de ayer, ese al que aplacó en cuanto quiso.
Neymar clavó una fina daga en los ya de por sí sangrantes corazones tricolores. Hulk, Fred y el propio chico del Barcelona pudieron empujarla todavía más. Prefirieron contemplar la lenta agonía de su adversario, para el que el duelo del sábado contra Japón será un simple trámite, aunque trascendental de cara al futuro. No ganar o regresar a México sin puntos, y sin goles, sería catastrófico.
El ídolo acabó con la piedad en el descuento. Hiram Mier ni siquiera se dio cuenta por dónde le pasó el balón. Milimétrico pase a Jo, quien dio un poco más de justicia al marcador (93’) para generar mayor algarabía en el estadio Castelao.
La racha de imbatibilidad ante el pentacampeón mundial en cotejos oficiales terminó en 192 minutos. Después de nueve años, volvió a derrotar a ese representativo que tanto se le había indigestado últimamente, sin importar la categoría… El problema para el Tri es que hoy sólo queda un vulgar bosquejo.
Primera vez que De la Torre pierde dos encuentros seguidos como director técnico de la Selección Mexicana. Peor momento, imposible. El proceso que encabeza se tambalea por el derrumbe de los más recientes meses, más allá de que su balance estadístico todavía sea considerablemente positivo.
Eso explicó que muchas miradas ya asomaran frustración antes de que el árbitro inglés Howard Webb silbara el final. El Tricolor volvió a ser presa de sus miedos, los que dieron forma a una aventura que finalizó en pesadilla, esa que podría ser determinante cuando los altos mandos del futbol mexicano debatan si El Chepo es todavía el hombre indicado para llevarlos a la XX Copa del Mundo.