Innovador por naturaleza, Miguel Herrera no rehúye al compromiso de cualquier persona pública, mas no está de acuerdo en que esa etiqueta las condene a ser las únicas sancionadas cuando la sangre les traiciona.

La sexta jornada del Apertura 2013 se caracterizó por nuevos brotes de violencia en las gradas. La diferencia es que estuvieron involucrados El Piojo y Ricardo Ferretti, director técnico de los Tigres.

El Tuca fue expulsado del estadio Corona, en Torreón, luego de aventar agua y realizar cortes de manga a quienes lo hostigaron durante el partido del viernes. Un día después, en Pachuca, el entrenador de las Águilas llegó empapado al vestuario, ya que le fueron arrojados diversos líquidos. Según él, de dudosa procedencia.

Hechos por los que solicita castigo para los agresores, más allá de ser sacados del estadio en ese momento.

“Se puede identificar a la gente que hace eso. [El sábado] el policía que agarra a macanazos a todos, es el que genera toda la bronca [con la barra azulcrema], porque no se estaban comportando bien al aventar cosas desde la porra del América, y eso lo veremos, hablaremos con nuestra gente, pero uno de seguridad los agredió”, acusa. “Sí es identificable, hoy en día más con tantas cámaras. El mismo comisario [Héctor Canchola] vio todo”.

“La afición también puede recibir un castigo ¿Compraste tu abono? Sí, no me interesa. Faltaste al respeto a una situación, no entras más, porque el estadio puede correr el riesgo de quedar vetado y entonces sufre más el equipo”.

Herrera asegura no intentar justificar algunas reacciones. Sabe que lo ideal sería mantenerse ecuánime, aunque revela que el acoso siempre se da en plazas como La Comarca lagunera, Pachuca y Toluca.

“No está bien que nosotros hagamos alguna cosa que no debemos”, sentencia, mientras frunce el ceño. “Tenemos que mostrar tranquilidad, tener el pensamiento estable y no regresar las agresiones, pero gente como yo, El Tuca... Hay muchos entrenadores que somos ‘calentones’”.

“Somos seres humanos y también nos hierve lo sangre; más cuando, en un partido, vas perdiendo, tu equipo no está haciendo bien las cosas... Obviamente estás más enojado y te sales de tus casillas. Son segundos en los que, a lo mejor, no piensas y reaccionas. Reitero ¿por qué el castigo de la cancha hacia la tribuna sí es válido y de allá para acá no hay algo?”.

Teoría argumentada con el entorno que suelen vivir los estrategas en los estadios señalados por él.

“Ya tenemos con soportar los insultos y mentadas, como para todavía recibir baños... No sé si [la del sábado, en el Hidalgo] era cerveza o ya procesada”, admite, con cierta ironía. “Aunque fuera agua, no tenemos por qué recibir ese tipo de agresiones, si lo primero que hacemos es tratar de dar un espectáculo”.

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