Sentado junto a su gran amigo Sergio “Kun” Agüero dentro del vestuario que la selección argentina tiene en el Predio de Ezeiza, lugar en el que entrena el actual subcampeón del mundo, Lionel Andrés Messi Cuccittini (Rosario, Argentina, 24 de junio de 1987) decidió darle un vuelco a su —hasta ahora— triste historia en la Albiceleste.
Explicación a la peculiar barba que luce en la Copa América Centenario, certamen que anhela ganar para sanar de la malaria que padece cada que se pone la elástica a rayas verticales azules y blancas.
Se encuentra a dos partidos de lograrlo. El primero será esta noche contra Estados Unidos, en el estadio NRG de Houston, Texas.
Considerado el mejor futbolista del planeta en la actualidad y ya parte de la conversación en cuanto a los más brillantes en la historia, el genio de bolsillo (mide 170 centímetros) ha ganado 28 títulos con Barcelona, 18 a nivel local y 10 en el ámbito internacional, incluidas cuatro Champions League y tres Mundiales de Clubes, pero siempre termina con el corazón destrozado si defiende la camiseta representativa del país en el que nació.
Sus mayores logros como seleccionado son el cetro mundial Sub-20 en Holanda 2005 y la medalla de oro dentro de los Juegos Olímpicos Beijing 2008.
Mágicas historias que no ha emulado a nivel absoluto. Ya alcanzó a Gabriel Omar Batistuta como el máximo romperredes en la historia del combinado sudamericano (54 anotaciones) y sólo es cuestión de tiempo para que ocupe la cima en solitario, pero quedará como simple anécdota si no levanta un trofeo con la dos veces campeona mundial, esa que no se corona en un certamen de relevancia desde hace 23 años (Copa América Ecuador 1993).
Su irrupción como figura del Barça revitalizó las ilusiones del pueblo argentino. Las comparaciones con el mítico Diego Armando Maradona fueron inevitables. Hasta ahora, también la desilusión.
Porque ha vivido más capítulos amargos que dulces. El primero fue en el mismísimo debut. La noche del 17 de agosto de 2005, el entonces entrenador de la selección argentina, José Néstor Pékerman, le otorgó su primera oportunidad, en un amistoso contra Hungría. Entró al 63’, en sustitución de Lisandro López, pero sólo estuvo en el campo 47 segundos. Los jaloneos con el zaguero magiar Vilmos Vanczák le hicieron ganarse la expulsión.
Inicio de una historia que tiene en la presente Copa América a su séptimo episodio de gran importancia. La media docena anterior está dividida en mitades iguales entre ediciones de la Copa del Mundo y el torneo continental.
Ha vivido un clímax en tres ocasiones. En el Mundial Brasil 2014, sucumbió en la final ante Alemania (0-1) en tiempos extra. Dentro del certamen continental, alcanzó el juego por el cetro en 2007 y 2015. En ambas ocasiones probó el amargo sabor del fracaso.
Pero apela a sanar de la malaria gracias al cobijo de su barba.