Batallas épicas que se convirtieron en hechos históricos para el balompié nacional. Cruz Azul y Pumas han librado “guerras” y pocas veces defraudan. Si se ven las caras, como sucederá el próximo sábado, suelen hacerse daño. Partidos inclementes que deleitan la retina de sus respectivas aficiones.
Pero este encuentro... ¿Alcanza la categoría de un Clásico?
“Así lo conozco [como un Clásico], así lo percibo y lo vivo. Es un partido importante. A Cruz Azul casi siempre le va bien, pero es un partido con un sabor muy especial”, describe Carlos Hermosillo, máximo goleador histórico de La Máquina.
Mas el ícono cementero acepta que el choque capitalino no tiene aficiones irreconciliables como sucede con el América: “No es igual, porque la forma en que se perdió con ellos [las Águilas] una final produjo que existiera más coraje. Con Pumas no hay tanta pasión en la tribuna, pero sí en la cancha”.
Manuel Negrete, mejor romperredes mexicano de Universidad, cree que el choque con los cruzazulinos representa al buen futbol. Lo ve —al igual que Hermosillo— como un encuentro de muy alta rivalidad entre los jugadores de ambos clubes.
“Es un Clásico bonito. Las aficiones no son problemáticas y hubo buenas entradas en los estadios. Un futbol que no es nada sucio, agradable para gente”, expone el ex atacante auriazul.
Señala que, para Pumas, “enfrentar a Cruz Azul debe ser considerado como un Clásico agradable. Los dos equipos buscan históricamente ganar con buen futbol”, aplaude.
Los dos cuadros capitalinos que se enfrentarán en el estadio Azul por la jornada dos del Apertura 2016 dirimieron dos finales. Una para cada bando. Además, en las Liguillas han tenido enfrentamientos intensos, con volteretas y eliminaciones dolorosas que han enriquecido la rivalidad entre los clubes capitalinos.
Es fácil recordar cuando el cementero Guadalupe Castañeda remató para marginar a Universidad en los cuartos de final de la temporada 1994-95 un rechace de Jorge Campos, quien había atajado una pena máxima de Julio Zamora.
En el Invierno 1998, Jaime Lozano envió un cabezazo para convertir el gol con el que los felinos echaron a los celestes en los cuartos de final.
La última vez que Pumas y Cruz Azul vivieron un duelo de fase final fue en el Apertura 2010. En aquella primera ronda de la Liguilla, La Máquina había ganado 2-1 en Ciudad Universitaria. Su calidad de líder y el resultado obtenido en cancha ajena hacía a los celestes amplios favoritos para instalrse en las semifinales del certamen mexicano.
Pero dos goles, uno de Martín Bravo y otro de Juan Carlos Cacho (penalti) dejó en el camino a los cruzazulinos para dar la campanada.
“No llega al nivel como un Clásico América-Chivas. Pero sí tiene un toque especial. Desde siempre ha sido esa rivalidad”, afirma Cacho, quien vistió ambas camisetas.
“Los jugadores , lo viven así [como clásico]. Es un partido que tiene rivalidad desde las fuerzas básicas. Eran juegos aparte para nosotros”, rememora el ex delantero.
Y mientras el debate si este choque es un clásico o no sigue, las aficiones se frotan las manos: quieren otra batalla épica, memorable.