La muerte arriba de los encordados dentro del boxeo mexicano ha rondado en ambos sentidos. Así como se ha cobrado la vida de nacionales, también ha cobrado factura a los rivales de los pugilistas tricolores.

De los 55 casos de boxeadores mexicanos fallecidos, los más recientes han tenido una gran repercusión a nivel nacional por haber sido en duelos entres compatriotas y con transmisión televisiva.

Omar Chávez se enfrentó a Marco Nazareth a tres años de iniciar carrera profesional en el Centro de Convenciones de Puerto Vallarta.

Salió avante por nocaut en el cuarto asalto, pero su rival tuvo que ser llevado de emergencia al hospital. Hasta ahí llegó Julio César Chávez padre para dar apoyo a la familia de Nazareht, quien perdió la batalla por la vida cuatro días después.

El caso más reciente se dio en la pela entre Raúl Hirales y Francisco Franky Leal. Hirales se vio demoledor en el octavo round de una pelea pactada a 10 asaltos en Cabo San Lucas. Una vez que el réferi paró la pelea, inició una de las escenas más dramáticas de los últimos años, con un Leal perdiendo el sentido hasta el punto de no poder ni sostener su propio cuello.

Fue trasladado hasta un hospital de San Diego, donde finalmente se le declaró muerte cerebral. A los pocos días se le desconectó y se donaron sus órganos.

“Es un golpe duro, un golpe difícil. Más que nada porque él era un amigo. Compartimos vivencias y experiencias en lo que fue en el equipo nacional, en donde estuvimos juntos”, comentó Hirales en entrevista con EL UNIVERSAL.

Entre los casos contrarios, en donde es un pugilista mexicano el que le provoca la muerte a un adversario, el caso del pugilista mexicano-cubano Ultiminio Ramos, en la noche de su consagración, es uno de los más recordados.

Buscaba convertirse en campeón mundial en peso pluma en el mismísimo Dodger Stadium de Los Ángeles. Enfrentaba al estadounidense Davey Moore por los títulos de peso pluma del Consejo y la Asociación Mundial de Boxeo. Fue una pelea que concluyó en el décimo round, en aquel 23 de marzo de 1963.

Moore decidió retirarse de la pelea y falleció dos días después, a consecuencia de lesiones cerebrales que sufrió en dicha afrenta.

Lupe Pintor tuvo uno de los momentos más dramáticos de su carrera cuando venció a Johnny Owen en septiembre de 1980. El británico cayó a la lona en dos ocasiones en el round 12, pero fue de la segunda caída de la que ya no se recuperó.

Pese a los esfuerzos médicos por mantenerlo con vida, falleció en un hospital de Los Ángeles.

Hay boxeadores mexicanos que han vivido para contarlo. Tal es el caso de Víctor Burgos, quien se desplomó en pleno ring cuando enfrentó a Vic Darchinyan en 2007.

“Los doctores argumentan que lo que me salvó fue el hecho de que el hospital en donde me operaron estaba enfrente de donde fue la pelea. Dicen que cuando pasa algo así, la operación debe ser en el transcurso de media hora. Si se pasa de ese tiempo, es muy difícil salvar la vida”, resaltó Burgos.

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