WELLINGTON.— Sus goles impulsaron al Tricolor al Mundial Brasil 2014, pero Oribe Peralta es un depredador insaciable del área.

El Cepillo está consciente de que vive uno de los instantes más dulces en su carrera, lo que no le hace caer en las siempre seductoras garras de la soberbia. Se resiste a creer que ha llegado al clímax de su carrera, porque pretende hacerlo en la Copa del Mundo de 2014.

“Siempre hay cosas por dar, algo más para entregar”, sentencia. “Hay que trabajar. Falta mucho, son seis meses en los que se debe esforzar al máximo para estar dentro del último grupo”.

Originario del ejido La Partida, que está a 15 kilómetros de Torreón, Oribe siempre ha encontrado en su padre, Miguel, a un fiel consejero y certero crítico en cada uno de sus partidos.

Gracias a esos consejos, Peralta ha logrado una jerarquía sin igual, luego de haber cumplido en 2013, una década de su debut en Primera División con el Morelia.

Lo realizado durante la reclasificación contra Nueva Zelanda (cinco de los nueve goles mexicanos) parece suficiente para tener un boleto reservado con su nombre. La hoja curricular que le describe también presume el fantástico verano londinense durante los Juegos Olímpicos 2012 y las innumerables alegrías a La Comarca Lagunera con el Santos.

Frente a los kiwis, en el estadio Westpac, marcó su primer triplete como seleccionado nacional. Velada inolvidable… No la mejor en su carrera.

“Lo de Londres fue importante, [porque] siempre hay cosas más valiosas”, aclara, parco. “Tratas de superarte y ahora tuve una gran noche [ayer en Wellington]”.

Sueña con tener muchas más en tierras brasileñas, a las que una lesión le impidió visitar este año. El representativo mexicano que jugó la Copa Confederaciones, aún dirigido por José Manuel de la Torre, le echó de menos. No quiere volver a fallar, porque tiene la corazonada de que se puede escribir historia en el Mundial.

“Tenemos que trabajar para cualquier cosa”, advierte. “Hay material suficiente en México para hacer una buena Copa del Mundo”.

“Sí, es buen momento para festejar el pase. Cuando las cosas no van bien y están complicadas, te sabe mucho más. No era como queríamos, nos complicamos la eliminatoria, pero —a final de cuentas— aquí está el resultado que deseábamos”.

Ese que se logró, en buena parte, gracias a su instinto depredador.

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