Entra a Colomos como quien llega a tierra desconocida. Más que eso: como quien llega a un lugar indeseable. Luce serio. Mira a un lado y otro. Le toma tiempo comprender que esta es su nueva casa. Omar Bravo ha tomado quizá la decisión más polémica de su carrera. La presentación como delantero del Atlas ofrece varios síntomas de incomodad del que fuera símbolo de Chivas.

De entrada, es realista. "No espero aplausos", asegura. Escucha las palabras de Víctor Flores Cosío, vicepresidente de la institución. La incertidumbre en el rostro de Bravo también se encuentra presente en la directiva rojinegra.

"Es un jugador con cartel, muy importante, que ha demostrado entrega y profesionalismo en todos los equipos. Queremos gente así, que quiera estar en este proyecto que es una empresa complicada, la más importante para Atlas en los últimos años. Omar mostró una respuesta inmediata a un proyecto con riesgo. Le agradezco aceptar este reto, le deseo lo mejor y que el tiempo nos diga si hicimos bien", sentencia el dirigente.

Ya de pie, le entregan la camiseta número 9. La observa con recelo. "Póntela por favor", le dice el jefe de prensa. Hasta entonces reacciona. El esfuerzo es notorio. Se viste de rojinegro por primera vez. Las cámaras dan vuelo a su trabajo. Es difícil para Bravo sonreír.

Los flashes todavía iluminan la sala de prensa cuando nacido en Chivas se sujeta el cuello de la camisa. Le urge quitársela. Las fotografías continúan. Y se saca la playera sin más. Sólo entonces, ya con una chamarra azul y no con el uniforme rojinegro, emite sus primeras declaraciones como delantero del Atlas.

"Así lo decidí con mi esposa y mi hija. Sabía de antemano lo que podía ocurrir de reacciones, controversia y crítica. Es un proyecto que me agradó. Tuve poco tiempo para pensarlo, lo decidí pronto con mi familia y aquí estoy con todo mi profesionalismo por delante", señala.

"Soy un futbolista profesional. Dios o el destino me pusieron en el Guadalajara, en el Cruz Azul, en España, en Tigres y en Estados Unidos. Estoy aquí y para mí eso ya esta atrás, no puedo regresar el tiempo. A cada equipo que he ido, di mi entrega, viví cosas buenas y malas. Ahora me toca escribir historia con Atlas", agrega, con el hablar pausado de alguien que tiene años en el futbol.

Sabe que la afición rojinegra no ha dado su visto bueno. "No soy mucho de detenerme a ver lo que está pasando, pero no puedo estar exento a lo que se ha generado. Les digo a los seguidores que soy un profesional. No sé si pueda ganarme su cariño, pero intentare al límite de las responsabilidades ganar respeto. Al final, ya veremos, mientras que me den el beneficio de la duda", pide.

"No espero el aplauso ni que me vitoreen de entrada. Eso me lo dará el profesionalismo en la cancha. Creo que muchos que estamos aquí nos jugamos muchas cosas. Ya mencioné las reacciones, el riesgo que conlleva, porque es futbol. Tanto la directiva como los jugadores nos la estamos jugando. Vamos paso a paso con mucha confianza y optimismo de que las cosas salgan bien, hay buen plantel y entrenador, no tengo que pensar de otra forma", añade el ex jugador de Cruz Azul.

La Máquina significa un fracaso en su carrera. Ahora llega a un equipo en peligro de descender. Ve posibilidad de revancha. "Realmente siempre me han gustado los retos. El futbol es tan mágico que te da la posibilidad de revertir cosas cada semana o cada torneo. Estoy aquí con la mejor disposición, no estoy viendo el vaso vacío ni mucho menos; lo veo lleno, con optimismo y confianza", advierte Bravo.

"En Cruz Azul quizá las cosas no estaban ocurriendo como quería. No significa que el reto no sea igual, son circunstancias diferentes. No te garantiza la titularidad ningún equipo, pero al ver la posibilidad no lo pensé, me decidí por Atlas, por el proyecto, el entrenador y los jugadores. Sé que hay la capacidad de salir adelante", sentencia.

Sus últimas palabras, son dedicadas al Guadalajara. "Esperaba este tipo de reacciones y controversia, es normal, se puede decir. Mi agradecimiento y respeto por todo el tiempo que jugué ahí. No tengo dos años jugando, sabía lo que se presentaría al llegar acá. Estos es futbol, me tocó venir con Cruz Azul a jugar con Chivas y creo que no me fue muy bien", concluye.

Al concluir la presentación, con el mismo rostro serio, Omar Bravo salta a la cancha de Colomos para su primer entrenamiento. Saluda efusivo a Matías Vuoso. Se conocen de la Selección Mexicana. Con los demás, el contacto es mínimo. Recibe la "pamba" clásica del recién llegado. El resto de la práctica se la pasa mayormente solitario. Le toma tiempo comprender que esta es su nueva casa.

DETALLE:

Molestia en la afición

Afuera de Colomos, un par de aficionados colocaron pancartas de protesta. En una se leía: "Esta gente no olvida, Omar Bravo". La otra, mucho más agresiva, se dirigía también a la directiva. "Si nos vamos al descenso, ustedes se van al panteón", amenazó el mensaje.

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