SAN SEBASTIÁN.— No hizo falta buscar debajo del arbolito. Carlos Vela recibió el mejor presente navideño sobre la cancha del estadio Anoeta: una sentida ovación de ese pueblo al que cada día enamora más.

Perfecto cierre de año futbolístico para el atacante mexicano. Pieza clave en la victoria sobre el Sevilla (2-1), al que le anotó el primer gol. Esfuerzo retribuido con los innumerables vítores escuchados mientras caminaba hacia la banca.

Restaban seis minutos para que terminara el encuentro, mas el entrenador francés Philippe Montanier intuyó que los andaluces se habían dado por vencidos. Ya no había peligro. Era momento de rendir pleitesía al último héroe blanquiazul de 2012.

Tan pronto como apareció el 11 en la pizarra electrónica del cuarto árbitro en el cotejo, los aplausos fueron ensordecedores. Esbozó su peculiar sonrisa, aunque fue dulce como pocas veces. No se trataba de la típica reacción después una falla. Era el espejo de la alegría.

Vela dio pasos cortos, quería alargar el instante. Levantó los brazos, agradeció las muestras de afecto ganadas con la picardía y contundencia que desquiciaron al Sevilla.

Coke y Alberto Botía, zagueros del visitante, fueron sus víctimas. Los sorprendió con aquella relampagueante carrera que lo dejó solo frente al marco, tras el servicio de Antoine Griezmann. Lo demás fue rutinario para un chico que es amigo de las redes contrarias. Séptimo tanto en la campaña. Le arrancó a Anoeta el primer alarido de la noche (17’).

El segundo fue al 68’, cuando sacó de la chistera el pase que permitió a Carlos Martínez dar el servicio para la segunda anotación, firmada por Alberto de la Bella.

Hubo otro, al provocar la expulsión de Coke (74’). El defensa central fue incapaz de controlar al hábil quintanarroense. No le quedó de otra más que derribarlo.

Muestras inequívocas de que se trataba de la velada de Carlos, quien no tuvo que ir al arbolito para encontrar su regalo navideño.

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