SAN PEDRO SULA.— Aterriza el vuelo chárter al mediodía y la Selección Mexicana se convierte en el ojo del huracán. Donde vaya, lo que haga, ahí están cámaras y micrófonos. Pero la afición hondureña, la que solía hostilizar al Tricolor, se encuentra ausente, tranquila, lejos de donde va el equipo de José Manuel de la Torre.

El aparato de seguridad que resguarda al representativo verde parece exagerado. Apenas un fanático con la prenda hondureña y una cartulina, es el único mensaje que aparece en la terminal aérea. “México lindo y querido, el 22 les dejamos el chile bien metido”, reza el mensaje del seguidor catracho.

Después, en procesión, un contingente de vehículos con fotógrafos y reporteros a bordo siguen al resguardado autobús hasta el hotel de concentración. Mas no se agrega ni una porra local entre los mirones. La que hostiliza es la prensa. Quizá por eso, “el dedo que pinta” Justino Compeán.

Una ligera llovizna acompaña la escena en algún tramo. El traslado es tranquilo y no hay nada que incomode al equipo mexicano. En el hotel, un grupo de seguidores con prendas verdes y banderas, da la bienvenida a los jugadores.

Y después de la comida, pasadas las 18:00 horas, el cuadro visitante va al tradicional reconocimiento del campo al estadio Olímpico Metropolitano. Sí, otra vez las cámaras y los micrófonos rodean el aparato de seguridad. Descontrol y apenas unos cuantos minutos para la foto, de lejos, para no incomodar al Chepo y su grupo. Hasta que el propio José Manuel apresura la conferencia para finalizar.

“¿Vamos a hablar de futbol o de situaciones que están fuera de nuestras manos?”, reprocha el estratega nacional, quien no está de acuerdo con el tema del entorno agresivo hacia la Selección de México. “La gente acá siempre ha sido muy amable. Desde cuando yo era jugador, hasta ahora, es normal que la gente le vaya a su selección, que te griten, así nos ha pasado. Nada fuera de lo común”, responde a la prensa en tono molesto el técnico nacional mexicano.

Parco, sin ganas de hablar, El Chepo responde y regaña, porque le preguntan la alineación que no está dispuesto a anticipar. “No está definida la alineación, pero no tengo dudas al respecto”, ataja enfadado. Y pide a sus jugadores que sean ”agresivos” en la cancha, mas no “violentos”, como tampoco espera que lo sean los hondureños.

“El clima es para todos. En México estamos acostumbrados a todo”, dice una y otra vez. “Si quieres que te afecte, te afecta”, expone, cual experto sicólogo. “El futbolista siempre se ha adaptado y buscas hacer favorables las condiciones”, agrega, inconforme de que se catalogue al calor como una circunstancia clave en el partido de hoy en esta ciudad.

De noche, tampoco se espera nada. “Ya no es tiempo de serenatas”, eso ya pasó, dicen los colegas locales, convencidos de que los jugadores mexicanos podrán descansar para llegar en óptimas condiciones al esperado duelo.

Es otro Honduras-México, aunque para hoy se van a reservar todo. Porque la localía catracha siempre pesa...

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