hector.morales@eluniversal.com.mx
Su llegada terminó por despertar a los presentes en el aeropuerto capitalino. El astro Ronaldinho pisó suelo mexicano para espabilar a los aficionados al futbol, a los curiosos y a uno que otro niño aferrado a conseguir un autógrafo del ex jugador del Barcelona.
La sonrisa, como siempre, acompañó al que alguna vez fue premiado como el mejor futbolista del mundo, mientras se trasladaba rumbo a la sala de espera para abordar el avión rumbo a la ciudad de Tijuana.
A muy pocos les importó estar frente un astro decadente que llegó al país para encarar el duelo de ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores ante los Xoloitzcuintles.
Dinho era asediado por hombres, mujeres, guardias, reporteros, pero guardaespaldas mantenían “cercado” a la figura del Mineiro. Tipos regordetes, que lucían como cadeneros de antro, lo resguardaron hasta de los infantes. Más que rival de un equipo del futbol mexicano, lucía como un héroe esperado por multitudes.
Vestido casual, sin ropa de concentración, ni distintivo de su club, el atacante firmó algunas prendas y papeles que le acercaban. Nunca perdió la amabilidad ni la cortesía con sus fans.
Sin embargo, Ronaldinho está en México para intentar someter a los Xolos, que lucen embalados, motivados y listos para darle la batalla al Mineiro por estar en las semifinales de la Libertadores.
Mañana será la cita en el estadio Caliente. El cuadro fronterizo busca repetir la misma historia que escribieron ante Palmeiras en los octavos de final del certamen continental.
En cambio, los brasileños vienen a México a tratar de sacar una ventaja que les permita recibir la vuelta en su casa con mayor tranquilidad.
Como baluarte poseen a Ronaldinho, que lleva cuatro goles y cinco asistencias en el torneo, en el que no se ha perdido un minuto. El astro fue recibido como ídolo, con su currículum ganador en su sonrisa que retará a los Xolos.