En un mundo convulsionado que caminaba hacia la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi de Adolfo Hitler recibió los Juegos Olímpicos de 1936 con el propósito de exponer la supremacía aria en la que tanto creyó el Führer y en nombre de la cual realizó actos injustificables. En aquella edición, el basquetbol se disputó por primera vez de manera oficial y gozó de la presencia de James Naismith, inventor de ese deporte a finales del siglo XIX.

La sorpresa del torneo la dio la selección mexicana, que se colgó la presea de bronce al doblegar a Polonia en un encuentro que se disputó bajo lluvia y en cancha de tierra, preceptos que Naismith descartó en la concepción al ser idealizado como una disciplina bajo techo, para evitar las pausas que provocan los nevados inviernos en EU.

Sin llevarse a cabo una eliminación de zonas, como la que se disputa actualmente, 21 países acudieron a Berlín a demostrar su nivel y competir por las medallas.

Con la ventaja que el tiempo y la experiencia les dio por ser la cuna del juego, Estados Unidos demostró sin problemas ser superior al doblegar en la final a Canadá el 14 de agosto. Ese mismo día, pero horas antes, México hizo historia al conseguir el mejor resultado en los anales del basquetbol nacional.

Al finalizar la jornada, Adolfo Hitler no sólo tuvo que morderse los labios y apretar los puños de impotencia al presenciar cómo los tres mejores lugares fueron ocupados por países americanos, sino que también entregó las medallas a cada capitán. Por los tricolores Jesús “Tuto” Olmos recogió su presea y la del resto del equipo.

Al volver con sus compañeros el “Tuto” dirigió un discurso agradeciendo la entrega que pusieron los 11 elementos que viajaron y la disposición que tuvieron al momento de sanear el rompimiento de grupo que se dio por la enemistad que existía del contingente chihuahuense con el capitalino.

Olmos era originario del estado norteño, al igual que Francisco “Kiko Martínez, abuelo de Román Martínez, quien formó parte de la selección que consiguió el histórico campeonato de las Américas y el pase al Mundial de España 2014.

“Mi objetivo siempre ha sido continuar el legado que mi abuelo y el resto de los jugadores tuvieron al conseguir la única medalla de México en el baloncesto. Es un honor continuar con la pasión que el tuvo”, declaró Román.

En Berlín 1936, la quinteta tricolor abrió su participación con triunfo 32-9 sobre Bélgica. Por pizarra de 32-30 México cayó ante su similar de Filipinas, pero cobró venganza al pasar 32-10 sobre Egipto y luego Japón. En cuartos de final los mexicanos eliminaron a Italia y en semifinales sucumbieron ante Estados Unidos, con el mérito de ser el único combinado que frenó al equipo de las barras y las estrellas en menos de 30 puntos.

El tercer lugar fue una fiesta que hoy se sigue celebrando.

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