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El carril cuatro de la Alberca Olímpica Francisco Márquez es imborrable para el profesor Nelson Vargas. Ahí vio a su pupilo del IMSS, Felipe Muñoz, romper los paradigmas de que alguien “desnutrido” y del pueblo que no podía ganar una medalla olímpica.
A 45 años de distancia, vuelve al mismo carril. A lado del agua, en entrevista con EL UNIVERSAL, quiere darle el crédito de la preparación que hizo El Tibio Muñoz al entonces entrenador en jefe del equipo de la natación de México en los Juegos Olímpicos de 1968, Ronald Johnson, pero él fue el que guió a Muñoz hasta la selección.
Cada mañana iba por Muñoz en su coche para llevarlo a entrenar. Felipe, el niño que conoció cuando era cuidador de infantes en el Club Vanguardia. El que se convertiría en el único nadador mexicano campeón olímpico.
Ya son 45 años de que su alumno Muñoz ganó la medalla. ¿Qué recuerda de ese 22 de octubre?
Felipe era de una mentalidad increíble para competir, ganar y prepararse. Qué bueno que logró ese triunfo tan grande para México. La primera medalla de oro de esos Juegos Olímpicos del 68.
Son recuerdos muy grandes. Algo significativo después de que el pasado 12 de octubre se cumplieron 45 años del inicio de los Juegos Olímpicos de México.
¿Como hizo para que cinco nadadores del Seguro Social, catalogados como “desnutridos” tuvieran el nivel para llegar a una selección de Juegos Olímpicos?
Mi pasión por lo que hago, más que nada por el deporte, era una obsesión. Cuando era entrenador, era una obsesión tener a alguien que estuviera en los Juegos Olímpicos. Pero jamás me imaginé tener a alguien que llegara a ganar una medalla de oro.
Vuelvo a decir, yo no entrené a Felipe, yo sólo ayudé a Ronald Johnson, yo era sólo su ayudante. Pero mi obsesión por tratar de tener gente dentro del equipo fue muy grande, al igual que por ser entrenador olímpico, porque ahí sí puedo decir que fui entrenador olímpico en México 68.
¿Cuál fue su primera reacción al ver a Felipe ganar?
Imagínate. Un profesor de preparación física que era ya un apasionado del deporte... Yo estaba en una columna en la mera llegada, hasta atrás. Me acuerdo que conforme iba pasando la prueba, me iba adelantado. En el último 50 [metros] yo ya había brincado desde atrás hasta el frente. No sé cómo le hice. Todo era júbilo. Después, lo nunca visto en los Juegos Olímpicos. Una vuelta a la alberca con el ganador.
Los jueces internacionales y el presidente de la FINA se preguntaban “¿qué es esto?”. Se volcaron los jueces que estaban la llegada, que eran mexicanos la mayor parte, lo cargaron y dieron una vuelta a la alberca hasta por detrás de las fosa de clavados.
En lo persona, ¿qué le representó el ver a uno de sus alumnos ganar una medalla y el haber llegado a ser entrenador de los Juegos Olímpicos celebrados en casa?
Fue clave ese resultado para mi desarrollo profesional. Yo era un nadador muy mediocre. Nunca destaqué. Pero me gustaban muchos los deportes. Entonces, mi idea siempre fue ser entrenador, el mejor de México.
Después se me metió la idea de ser el presidente de la Federación Mexicana de Natación, y también lo logré. Después se me ocurrió ser presidente de la Conade. No es que yo aspirara ahí, me tocó por hablar tanto en contra del sistema deportivo mexicano y el ex presidente Vicente Fox me dio la oportunidad de llegar a ese cargo.
¿Lo del 68 también lo impulsó para querer ser empresario? Hoy tiene ya 15 acuáticas, con más de 20 mil alumnos.
Mi pasión me ha llevado a que mis hijos como yo tengamos un trabajo muy bonito. Lo que más me gusta es enseñar a la juventud a ser competitiva. ¿Por qué? Porque la vida es una competencia. El saber competir, el tener el hábito de la competencia te va ser competitivo en la vida profesional. Vas a tener que competir en la escuela, cuando tengas un trabajo, cuando aspires a una beca, siempre vas a estar compitiendo. Y si eso lo transmites a todos tus alumnos, es un gran legado.
Sabemos que tuvo un distanciamiento fuerte entre usted y Felipe Muñoz. ¿Ahora, a 45 años, cómo ve a la figura de su alumno?
No quiero hablar mucho de eso por que hoy hablamos de un momento de júbilo cuando ganó una medalla. Todo lo que diga cosas negativas pueden opacar su triunfo en el 68. Siempre voy a recordar a Felipe como un extraordinario deportistas. Un extraordinario amigo mío.