Guardarse para los octavos de final de la Copa MX salió caro para el equipo de Miguel Herrera. El América pierde gas ante un Necaxa que aprovechó la única que tuvo en el partido para llevarse un triunfo (0-1), que sin mucho ruido, se mantiene entre los primeros ocho de la tabla, con gandes aspiraciones de clasificar a la Liguilla.
Sin Oribe Peralta y Darwin Quintero de inicio, por decisión táctica, las Águilas sufrieron para poder hacerle daño a un equipo que busca el orden antes que cualquier otra cosa, sobre todo de visitante y con la experiencia de su técnico, Ignacio Ambriz, antes entrenador del rival en turno.
De ahí que se complicara tanto el partido —sin dejar de lado un penalti no sancionado por el árbitro Santander—, a pesar de los esfuerzos de hombres como Alejandro Díaz y Cecilio Domínguez, quienes recibieron una oportunidad que difícilmente se presentará en otro momento del Apertura 2017. Titulares, con hambre, pero sin lo necesario para dar los resultados esperados, el americanismo extrañó a sus dos mejores hombres: Peralta y Quintero, quienes entraron en busca de remediar las cosas, pero ya no pudieron rescatar algo.
Para saber si Herrera tuvo razón en darle descanso a estos dos, la afición azulcrema tendrá que esperar hasta el final del duelo por los octavos de final de la Copa MX ante el Cruz Azul del próximo martes. Solamente en ese momento, el estratega podrá confirmar si su decisión fue la adecuada.
Lo cierto, es que los últimos dos partidos del América en casa no han sido buenos. Porque ni siquiera en la victoria sobre el Guadalajara, en el Clásico, tuvieron una noche redonda y sufrieron para encontrar ese resultado.
El Necaxa lo tuvo muy claro desde el inicio del partido. Tendría solamente una oportunidad de golpear el ego americanista y la concretaron, cuando al minuto 79, Jesús Isijara llegó a línea de fondo y mandó centro al manchón penal en donde apareció Luis Pérez para fulminar a los americanistas con potente cabezazo. En el intento de reacción, las Águilas agregaron unidades al frente, pero ni antes ni después del gol en contra, fueron contundentes y ese fue tan sólo uno de sus pecados.