TOLUCA.— El Diablo terminó por ser cruel con el Querétaro. Lo invitó al Infierno, le dio un paseo por su casa para golearlo 4-0. Despiadado, el demonio escarlata desplumó con lentitud a los Gallos Blancos que vieron fulminada su racha de cuatro partidos con victoria en fila.

Ignacio Ambriz estaba desconcertado, abrumado por la vapuleada. Buscaba explicaciones y siempre terminaba con un reproche a sus jugadores. Se dirigía a los defensores, que se convertían en víctimas constantes de la punzada de los atacantes escalatas.

Cuando cayó el tercer gol en su meta, el estratega visitante prefirió el refugio de su banca. No había acabado el primer tiempo e Isaac Brizuela ya había puesto la goleada en la frente emplumada con un golazo bombeado sobre la salida de Édgar Hernández (36’).

Nacho, para el segundo tiempo, con sus jeans y una camisa azul, se quedó resignado al filo de su área técnica para atestiguar una derrota que frena con dolor a su equipo. El único que lo acompañaba en el trágico mediodía de ayer era su auxiliar, Luis Flores.

Martirio queretano en el Nemesio Díez. Nunca en el torneo, los Gallos habían sufrido tanto como ayer, porque quedaron envidenciados, desnudos en defensa e inermes al ataque. El Toluca (17 puntos) fue superior en todo momento, hizo pesar su casa e hizo recordar los viejos tiempos, cuando José Saturnino Cardozo era jugador y los escarlatas despedazaban a sus rivales.

Querétaro (18 unidades) pagó caro su soberbia. Presumía 450 minutos sin recibir gol, con una zaga que se deshizo demasiado temprano en el suelo mexiquense. Arrancó el partido, sólo se fueron seis minutos y Raúl Nava recibió el esférico solo en el área. Tuvo tiempo para acomodarse, ningún gallo llegó a la marca y el atacante toluqueño definió a placer.

Ése fue el principio del tormento. El Diablo continuó con el azote a la visita. La trató mal por el lado izquierdo, propiedad de Édgar Benítez. Yasser Corona, Gerardo Espinoza, George Corral y Mario Osuna jamás encontraron la fórmula para detener al paraguayo.

En una de esas escapadas, Osuna intentó arrebatarle el esférico, pero no pudo. Cayó en desgracia ante la fiereza del Pájaro, quien apenas punteó para que Nava se apuntara un doblete con el arco vacío (33’).

El derrumbe queretano continuó. Los Gallos comenzaron a ser irreconocibles. No había ningún rastro visible del equipo sensación, que lejos de pensar en el descenso se asoma a una calificación a la Liguilla. Nunca se vio que pudieran despertar para aumentar su racha de partidos sin perder que se quedó en seis (cuatro triunfos en fila).

La muestra fue un magistral pase de Wilson Thiago entre los centrales. El Conejito Brizuela definió por arriba. Toluca, para la segunda mitad, apostó al contragolpe, pero golpeó al Queréatro en un tiro de esquina que Da Silva hizo válido para el cuarto a su favor (82’).

Ambriz, tras ese gol, se quedó cruzado de brazos, resignado ante los Diablos que desplumaron con crueldad a sus Gallos Blancos.

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