Se abrió el telón en la Liguilla y el primer acto parecía llevárselo el Morelia. Hasta que el Toluca llegó en los últimos minutos para hacerle la diablura con una remontada (2-1), gracias a Fernando Uribe y Pablo Barrientos.
Mitad de semana y la concurrencia no era la misma que en un duelo dominical en el Nemesio Díez. Pero los fanáticos escarlata no podían ignorar la ilusión de acompañar a su club durante el año del centenario. Pasión y fe que contagiaron cuando el equipo más lo necesitaba, luego de verse abajo en la pizarra.
Junto al ímpetu de sus seguidores, Toluca comenzó fuerte, con llegadas por ambos lados que fueron calentando los guantes de Sebastián Sosa.
A los 24 minutos, el local parecía que cantaba el primer gol; sin embargo, enmudeció al ver el banderín del árbitro asistente Israel Valenciano. La anotación de Barrientos fue anulada.
Pese a la posesión, Toluca se desesperó. Se notaba en los manoteos de su estratega, Hernán Cristante, quien no dejaba de reclamar toda falta contra los suyos y la nula efectividad a la hora de visitar el área rival. Negaba con la cabeza. No podía creer la falta de definición.
Enfrente, un equipo michoacano comandado por Roberto Hernández, quien hasta el torneo pasado tenía al Morelia en la pelea por salvar la categoría. Ahora está en Liguilla, sin favoritismos, pero con el sueño de alcanzar el cetro.
Terminado el primer tiempo, el reclamo de Rubens Sambueza, mientras se tocaba la pierna por una posible lesión, retumbó en los mexiquenses en su camino hacia el vestuario. Ante su gente estaba prohibido caer, aunque hubieran sectores despoblados en la tribuna.
Pero la visita se rebeló, complicó los últimos 45 minutos y exhibió que con poco se le podía dañar a la localía. El primer gol de la Liguilla cayó al 65’, cortesía del peruano Raúl Ruidíaz de penalti, luego de una mano de Rodolfo Salinas dentro del área.
Marcador en contra y con una monarquía que gozaba su superioridad. Ruidíaz, junto a Ángel Sepúlveda, sacudió la zaga mexiquense, pero con menos peligrosidad, para después bajar la intensidad y darle espacios a un equipo que se negó a morir desde la primera batalla.
En dos minutos, el pacto con los Diablos se saldó con los gritos de gol de Uribe (90’), en un remate dentro del área, y Barrientos (93’) con un tiro lejano, pero que contó con la endiablada fortuna de un desvío directo a las redes visitantes.