SAN LUIS POTOSÍ.— Se apoderó del esférico en cuanto el árbitro Jesús Bisguerra señaló aquella falta en los linderos del área local. Yasser Corona sabía que se trataba de su primera velada como futbolista del Querétaro. Incluso, se saboreó el gol antes de anotarlo.
Demostró que la inmensa confianza en sí mismo no era simple vanidad con la caricia que dio al balón. La estirada de Alejandro Gallardo sólo sirvió para hacer más espectacular la estampa. No quedaban más segundos. In extremis, Ignacio Ambriz y sus hombres tuvieron un exitoso debut (1-0) en el actual Torneo de Copa.
Entonces sí, el director técnico del visitante se atrevió a sonreír. Contento, se despedió de Miguel de Jesús Fuentes, su rival estratégico, antes de caminar lentamente hacia el vestuario del estadio Alfonso Lastras.
La prioridad está en la Liga, pero el director técnico de los Gallos Blancos sabe lo relevante que siempre será para la afición queretana medirse con un rival potosino. Victoria que otorga, además de lo numérico, una importante carga anímica para todo el plantel.
Nueva edición del “clásico de la 57”. Pequeña alegría para un equipo que pretende luchar en Liga y Copa. El gris arranque quedó olvidado gracias al arrojo del lateral izquierdo, eternamente ligado al atrevimiento y las anotaciones que quedan grabadas en las retinas, como la de anoche.
Ambriz se salió con la suya, aunque no por la vía que esperaba. Empleó al colombiano Wilberto Cosme para acompañar a Isaac Romo y a Luis Loroña, quienes parecen los elegidos para cargar con el ataque en el certamen paralelo al Apertura 2013.
El sudamericano no jugó el viernes ante el Morelia, por lo que el estratega pretende que llegue con ritmo al juego del domingo, contra los Pumas, en Ciudad Universitaria. Tuvo la oportunidad de evitar el dramatismo del final, pero falló.
Los Gallos Blancos controlaron el balón, mas generaron pocas llegadas en el marco de Gallardo. Todo parecía encaminado al empate... Hasta que Corona escuchó el silbatazo. Sus ojos se iluminaron.
Apartó a cuanto compañero amagó con realizar el cobro. Se trataba de su distancia favorita y su velada. Nadie podía arrebatársela.
El resto fue sencillo para un hombre con demasiada confianza en sí mismo. Hasta disfrutó el corto camino antes de impactar la pelota. Aún no besaba las redes, cuando empezó su festejo, al igual que Ambriz. Nueva victoria en un clásico. Habrá otra oportunidad, el 6 de agosto.