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Una muralla roja. Un gigante que atemorizaba a sus rivales. Así fue el tacle defensivo Warren Sapp como jugador, hoy integrante del Salón de la Fama de la NFL.
Aquel feroz cazacabezas —que militó con los Bucaneros de Tampa Bay y los Raiders de Oakland— también bromea en su visita a México y esboza una sonrisa cuando le concede unos minutos a EL UNIVERSAL.
Sapp asegura que en sus 13 años de jugador (1995-2007) nunca violó la política de consumo de sustancias no permitidas por la NFL, y apoya el programa que implementará la Liga, a partir de esta campaña para aplicar exámenes antidopaje que detecten a quienes ingieren hormona de crecimiento humano (HGH).
Dicha sustancia, además de ayudar a regenerar las fibras musculares, mejora el rendimiento de los atletas profesionales, porque aumenta las reacciones nerviosas del músculo en respuesta al cerebro, lo que provoca que el deportista sea más ágil.
“Me parece excelente, que limpien el deporte. Yo nunca la utilicé [HGH] y nunca vi que mis compañeros de equipo la emplearan. Es necesario que se limpie el deporte.
“De entrada espero que no esté tan contaminada [la NFL], pero necesitamos dar los pasos necesarios para hacerle ver a la gente en casa que se hace algo en contra de aquellos que se dopan y que consume esteroides”, comentó Warren.
—¿Crees que haya muchos jugadores actualmente en la NFL utilizando hormona de crecimiento humano?
—He estado fuera de la NFL por cinco años mi hermano, así que sé lo mismo que tú, afirmó entre risas el ex defensivo.
A pesar de su ruda apariencia (1.88 metros de altura y 136 kilogramos de peso), Sapp, al borde del llanto, recordó su inducción al recinto de los inmortales, en Canton, Ohio, el pasado 3 de agosto.
“Yo quería ser profesional para ayudar a que mi madre [Annie Roberts] se retirara, ella siempre trabajó muy duro en tres empleos diferentes durante 36 años para apoyarnos. Ese era mi objetivo principal para llegar a la NFL. Nunca pensé qué pasaría.
“Siempre que tenía la oportunidad de jugar respeté a mis compañeros, a mis superiores, a mis entrenadores. Creo que fue lo que hice. Así que ser ahora parte del Salón de la Fama, créeme, es lo máximo, algo que no puedes imaginar. Todavía me estremece, en verdad, tan sólo mírame. Todavía no creo que me esté pasando esto a mí”, remembró Warren.
A Sapp le tiemblan los labios, se le cierra la garganta, aprieta los párpados y de pronto vuelve a sonreír. “Así son las cosas hermano”.