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Dentro de la historia de la Serie Mundial, el Juego 3 guarda un significado especial y más cuando el choque llega igualado como están ahora con los Reales de Kansas City y los Gigantes de San Francisco. De las 56 ocasiones previas que el Clásico de otoño tuvo 1-1, el triunfador en el reinicio se adueñó del anillo en 37 Series Mundiales.
Curiosamente no son los locales los que predominan con la victoria en el tercer encuentro, sino que las novenas visitantes que se han impuesto 26 veces. Con estos ingredientes ambos equipos saldrán a pelear los 27 outs con todo su arsenal.
Los Reales, que el miércoles por la noche lograron rescatar un triunfo en casa, ahora viajan a la bahía para internarse en el AT&T, donde tendrán que desprenderse de su bateador designado para que sus pitchers tomen turno.
“La gran diferencia es que no habrá bateador designado”, mencionó el receptor Buster Posey respecto a si jugar como local era una gran ventaja.
“Fuera de eso, creo que los dos equipos vamos a jugar muy similar. Ya nos conocemos bien, no hay secretos, ni mayores ajustes. Va a ganar el que esté más concentrado y ejecute mejor”, añadió Posey.
Pero desde 2006, los equipos de la Americana tienen foja de 7-15 en estadios del viejo circuito. Para los Gigantes se trata de la oportunidad para barrer los siguientes compromisos y poder disfrutar de algo que no pudieron hacer cuando en 2010 y 2012 se proclamaron campeones: celebrar en casa.
Las esperanzas para conseguir el segundo triunfo recaerán en Jeremy Guthrie, quien espera permanecer en la loma cinco entradas o más, para dar paso al relevo, el cual a lo largo de esta postemporada tiene récord de 7-0 con una efectividad de 1.81 en 44.2 innings. Tan sólo han admitido nueve carreras.
Por los Gigantes el encargado de lanzar la serpentina será Tim Hudson, quien a sus 39 años y después de 16 campañas en las Mayores tendrá su primer encuentro de Serie Mundial.
Así, todo queda listo para que se cante el playball en el enigmático Juego 3 de la Serie.