Hace apenas uno días, tras la victoria ante San Luis, la afición de Gallos Blancos no dudó en asegurar que la cancha de La Corregidora está “bendita”, pues el equipo nunca ha descendido tras un mal resultado sobre su césped.
De la misma forma, hoy sobre la mente de los hinchas queretanos ronda un fantasma tapatío, que revive la tristeza de la pérdida de la categoría en 2007 ante Atlas.
El destino ha determinado que Querétaro se juegue una vez más la permanencia en la Perla de Occidente, esta vez ante Chivas, ya que el domingo chocarán a las 17:00 horas por la fecha 16 del Clausura 2013.
Una victoria del Rebañoo, o incluso un empate, pondrían el último clavo sobre el ataúd de unos Gallos Blancos que se han resistido a morir, y que de igual manera podrían estar descendidos antes del silbatazo inicial de Jorge Isaac Rojas, si otro jalisciense, Atlas, no se impone en el estadio Cuauhtémoc al Puebla.
En tal caso, aunque de manera indirecta, la Academia se erigiría una vez más como el verdugo de los emplumados.
El panorama del 29 de abril de 2007 era menos desalentador, ya que Gallos, en aquel entonces dirigido por Salvador Reyes dependía de sí mismo, y una victoria suya en el estadio Jalisco aseguraría su permanencia, pasara lo que pasara en Torreón entre Cruz Azul, y su entonces rival directo en la tabla de cocientes, Santos Laguna.
Querétaro escogió el peor momento para tener su peor partido de la campaña, y en lugar de tratar de asegurar el cero en su meta, cayó en el ritmo que le convenía a un Atlas que peleaba por un lugar en la reclasificación, cometiendo además un par de errores garrafales que derivaron en los dos goles del uruguayo Nicolás Olivera a los minutos 5 y 17.
Esos 17 minutos bastaron para dilapidar la esperanza queretana, y por el contrario, le dieron a la escuadra lagunera la tranquilidad para manejar su encuentro y finalmente derrotar en casa a la Máquina por la mínima diferencia.
Gallos Blancos tuvo algunas oportunidades de marcar más adelante, pero la suerte estaba echada.
El haber titubeado en el partido más importante del año le costó caro, gracias también al sistema de competencia, siempre duro con los equipos que apenas ascienden, como era el caso.
Esta vez se trata de otra cancha, la del Omnilife, también de otro municipio, Zapopan, pero ello no evita que a la de por sí muy grande carga del Querétaro y su afición, se sume otra preocupación, tal vez otro temor, el temor a un fantasma tapatío que quiere llevarse al Gallo al infierno del descenso.