El Marco Antonio Rodríguez que ha regresado de Brasil, ya no es aquel de las vestimentas negras, socio del plateado silbato, adicto a las tarjetas (no propiamente de crédito) y enemigo del 10 de mayo. El Chiquimarco que ha pisado suelo mexicano “ya no era el árbitro”, descubre a EL UNIVERSAL.
“Cuando venía en el avión de Brasil a México supe que el árbitro se había quedado allá, en el [estadio] Mineirao, aquí viajaba el ex árbitro...”, revela sonriente, libre de restricciones.
En su retorno a tierras mexicanas ha nacido el entrenador. Por eso, melancólico ha colgado el traje de nazareno y anhela ponerse el de director técnico. Lo tiene tan visualizado, que por eso no duda en lanzar la promesa... “Volveré a un Mundial, pero ahora como director técnico de alguna selección”.
Rodríguez ha concluido el curso de director técnico (acreditado el año pasado) y lejos de pensar en instruir a las nuevas generaciones de nazarenos, su meta es otra.
“Voy a ser entrenador, aspiro a ser técnico en la Copa del Mundo, pero para eso tengo que pasar por procesos, y ser paciente, mas tengo buenos conceptos y puedo impactar a mis jugadores para hacer cualquier cosa”, promete.
—¿Dirigirás a México en el Mundial? —se le cuestiona.
“A cualquier selección del mundo, por eso estudio idiomas, para poder ir a cualquier parte”, responde.
Su optimismo va más allá de las palabras... “Si lo logré como árbitro, ¿por qué no como entrenador?”, precisa este moderno ‘Fernando Marcos’. “No soy menos que nadie, tampoco más. Soy una persona joven, con preparación en educación física, de entrenador y de ex árbitro y de liderazgo, tengo mucha fe en Dios. Vale la pena soñar”.
Mas, si la Comisión de Arbitraje lo necesita, no se raja. “Si puedo devolverle algo de lo que me dio, ahí estaré”, dice. “Puedo hacer cosas de excelencia. Tengo dos ofertas, una para ser instructor en Asia, y otra más en México”.
Pero su prioridad apunta al banquillo.
—¿Y le vas a reclamar a los árbitros?
“Una cosa es expresarse y otra reclamar. Jugadores, técnicos y árbitro tienen derecho a comunicarse. La forma de hacerlo es el arte de este deporte”.
En su larga carrera le reclamaron, lo insultaron. Hubo quien le dijo “ratero”, otros lo consideraron “un peligro para el futbol”, y algunos hasta lo vetaron.
—¿Te dolían esos reclamos?
“Para mí son palabras que no salen del corazón, son inspiradas por el resultado del juego”.
—¿Y cómo será tu estilo?
“Al estilo Marco Rodríguez. Creo en el futbol ofensivo. No quiero ser resultadista. Jugaremos a un nivel alto, con intensidad, con conceptos claros, muy ofensivo y siempre en busca de la meta contraria. Los jugadores creerán en el proyecto, como mis asistentes al Mundial lo hicieron”, resuelve.
El silbato está colgado, mas la pasión por el futbol yace intacta.
“Queda el técnico, el educador, el motivador y el pastor”. Todo eso es Chiquimarco, quien pretende asistir a su cuarta Copa Mundial, “ahora como entrenador”.