Puerto Peñasco.— Al caminar por el malecón de esta ciudad, Juan Francisco Estrada recuerda cuando se aventaba clavados desde el muelle. De cuando vendía pescado en la playa o pedía dinero en las calles. De los tiempos complicados antes de ser campeón mundial o de si quiera pensar su vida dedicada al boxeo.
“Fueron tiempos difíciles y ahora agradezco todo eso”, afirma el actual campeón mosca de la Organización y la Asociación Mundial de Boxeo, quien desde los siete años creció bajo el cuidado de su tía Guadalupe Romero tras el fallecimiento de su madre Angélica Romero.
Es por ello que las necesidades orillaron a Juan Francisco a realizar diversas actividades como trabajar de albañil para ayudar en su casa.
“Era muy humilde. Así que para corresponder al esfuerzo de mi tía Lupita, nos íbamos a trabajar con su esposo que era albañil. También íbamos a juntar botes [pedir dinero en las calles], pero mis hermanos eran muy ‘vergonzos’ y les deba pena. Yo me iba a las cinco o seis de la mañana para juntar botes, tres o cuatro horas al día, luego llegábamos a la casa, hacíamos tortillas de harina y yo iba a venderlas”, rememora el pugilista.
“Hace tres años falleció mi tía en un accidente y, yo me quedé con un sentimiento de agradecimiento, porque lo poco que tenía nos los daba a mí y a mis hermanos. Ella trabajaba hasta dos o tres veces al día para darnos de comer”, recuerda.
Luego vino el boxeo, la oportunidad de ser profesional, la consagración de ser campeón mundial y, con ello, las carencias quedaron atrás, pero no olvida su niñez.
“A Puerto Peñasco vengo de vacaciones. Cuando ando en el carro dando la vuelta y veo a los niños juntando botes, me veo en ellos. Sé que así estaba yo. Cuando se me acercan les doy [dinero] porque yo hacía eso. Hasta limpiaba parabrisas. Sé que es muy difícil esa vida y por eso les ayudo a los que se me acercan”, agrega.