Dos casos muy seguidos de accidentes arriba del ring en territorio nacional despertaron la inquietud por cuestionar la seguridad con la que cuentan los boxeadores profesionales arriba de un cuadrilátero.

Primero fue el fallecimiento del pugilista Francisco Franky Leal dos días después de perder por nocaut ante el también mexicano Raúl Hirales, en una pelea sostenida el 19 de octubre de 2013, en Cabo San Lucas, Baja California Sur. Debido a un coágulo, Leal fue declarado con muerte cerebral.

No pasaba ni un mes, cuando el colombiano José Carmona fue llevado inconsciente al hospital después de perder por nocaut ante el mochitense Jorge Arce. El Travieso se impuso al cafetalero en el octavo round, el pasado 16 de noviembre, en San Luis Potosí.

Carmona estuvo al borde de la muerte, pero una atención médica oportuna lo tiene con vida y cerca de recibir el alta médica. Aunque necesitará sesiones de rehabilitación para aminorar las secuelas de sus lesiones.

Los cuestionamientos sobre la seguridad y atención médica oportuna recayeron sobre las comisiones de boxeo, quienes son las encargadas de avalar a los peleadores y checar su salud. Pero así también se señaló como responsables a los promotores, quienes son los encargados de pactar las peleas y no siempre buscan igualdad de condiciones.

Pese a estos accidentes, este 2013 es uno de los años en los que se detectaron menos fallecidos en lo que va de la presente década. Además del caso de Franky Leal, se tienen otros dos decesos registrados como consecuencia de lesiones recibidas arriba de un ring profesional. El caso del indonés Tubagus Sakti y el zambo Michael Norgrove.

En 2010 fueron seis fallecidos; en 2011 se dieron cuatro casos y en 2013 seis muertes. Sólo hubo dos boxeadores mexicanos de entre todos estos decesos.

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