Fueron ocho minutos. Toda una eternidad para quien nunca imaginó caminar al borde de la cornisa. Al final, sólo se trata de un amargo recuerdo que alimenta el deseo de marcar un hito sobre los campos del gigante sudamericano.

Durante ocho minutos en Costa Rica, la noche del martes 16 de octubre de 2013, el Tricolor estaba fuera del Mundial. Aquella remontada estadounidense en Panamá lo evitó, pero la herida sigue abierta... Y la única manera de cerrarla es demostrar que el terrorífico hexagonal eliminatorio ha sido guardado en el baúl del olvido.

Héctor González Iñárritu, director de Selecciones Nacionales, admite que se está en deuda con la gente y afirma que el grupo encabezado por Miguel Herrera la saldará.

“Sí te da mucha tristeza y coraje que tengas grandes jugadores, una gran Liga, gran apoyo y no puedas dar el resultado que todo el mundo espera”, concede el directivo, en charla con EL UNIVERSAL. “El futbol mexicano tiene un nivel mucho más arriba de lo que se mostró el año pasado con la mayor”.

La única forma de comprobarlo es entregar buenas cuentas en Brasil 2014.

Sortear los octavos de final, esa barrera que ha sido insuperable en las cinco más recientes Copas del Mundo, es el objetivo mínimo. Está seguro de que se puede cumplir y solicita a los aficionados que “crean en nosotros, en los jugadores, quienes son los artistas, los protagonistas, en toda la inversión que se ha hecho, la infraestructura”.

“[La MX] es de las mejores Ligas que hay en el mundo, después de cinco o seis muy importantes, obviamente con otros presupuestos, pero se están haciendo las cosas muy bien”, complementa. “Los mexicanos siempre vamos para atrás o criticamos todo... Hay que ver las cosas buenas. Existe mucho por mejorar, no digo que no, pero las [Selecciones] menores ya lo demostraron y ahora es el turno de la mayor”.

No existe margen de error, fue agotado en los últimos 12 meses, porque “es la hora de la verdad. [Debemos] demostrar que el talento de los jóvenes que hay, con la gente de experiencia, se puede destapar y podemos dar un campanazo”.

Teoría con la que argumenta un propósito que luce como utopía. González Iñárritu sabe que alcanzar la ronda de los ocho significaría dejar en el camino a España, Holanda o Chile. No le asusta. Considera que es momento de asestar ese golpe con el que se amaga desde hace varios años.

“Siempre he trabajado así: con objetivos altos. Si la meta realista es alcanzable y viable con trabajo, esfuerzo, talento y todo el apoyo que tenemos, la tienes que marcar”, sentencia. “Queremos, mínimo, llegar a cuartos de final, que es el famoso quinto partido. Ya ahí, todo puede pasar”.

“El cruce normalmente debe ser complicado, pero ahí es el momento en el que el futbol mexicano tiene que demostrar ya toda la estructura que tiene, la inversión, la cantidad de trabajo, esfuerzo, concentraciones, partidos. Ya hay una gran base, vienen generaciones muy importantes y ahora estamos apostándole a que todo esto se pueda destapar ya, una gran parte, en Brasil”.

Con lo que el sufrimiento de la eliminatoria sería olvidado para siempre. El director de Selecciones Nacionales reconoce que esos ocho minutos en los que el Tricolor ni siquiera estaba en la reclasificación “fueron los peores de mi vida” y “te queda —como dicen— una resaca, una cruda, porque fue un trancazo muy fuerte”.

Del que sólo podrá reponerse si es saciada su sed de revancha.

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