La emoción de los niños se veía en sus rostros. Podían estar cerca de sus ídolos por unos instantes, preguntarles cómo están o tener su autógrafo y la foto del recuerdo. Muchos niños, con sus papás, acudieron a la firma de autógrafos de los jugadores de Gallos Blancos Miguel Martínez, Emmanuel Tito Villa, Camilo Sanvezzo e Hiram Mier, en un plaza comercial de la capital queretana.

El primer filtro que tuvieron que pasar los aficionados fue el de la vigilancia del lugar donde fue el evento; tras revisar sus pertenencias, podían ingresar a la parte alta de la tienda, donde los jugadores firmaban autógrafos desde la 16:00 horas.

Sonrientes, los jugadores de Gallos Blancos recibían a los aficionados que ilusionados acudieron al evento, que se llevó a cabo en orden y sin los empujones e inconvenientes de firmas que se hicieron en el pasado.

Martínez, central del Querétaro, dice que este acercamiento con la afición es una inyección de ánimo para ellos, ahora que no pasan por un buen momento futbolístico.

El personal de la tienda tuvo un día diferente, donde los jugadores “les hicieron el pinche día”, como dice una de las empleadas, que mira a Tito Villa, mientras una reportera de una televisora, ataviada con breve vestido entrevistaba al delantero del cuadro queretano.

La mayoría de los hinchas que se dan cita son jóvenes que están o apenas dejan la pubertad. Llevan sus camisetas, gorras, carteles donde se anunciaba la presencia de los jugadores, incluso audífonos, para que sus ídolos estamparan sus firmas.

Padres con sus hijos, unos incluso aún de brazos, posan junto a sus progenitores para la foto con los jugadores, mientras que el sonido de la tienda invita a los compradores a subir al segundo piso, para “conocer en persona” a los jugadores queretanos.

Muchos acuden por curiosidad. Hiram Mier, jugador que apenas llegó al Querétaro en este torneo, comenta que es la primera vez que tiene este acercamiento con la afición queretana, y afirma que se “siente en casa”.

Los aficionados lo buscan, quieren estar cerca de ellos, pero quien parece ser el más querido es El Lobo Sanvezzo, quien con la sonrisa y amabilidad que le caracterizan se toma fotos, firma camisetas, hojas de libreta, intercambia saludos con niños de tres o cuatro años.

Entre las señoritas, el popular es Tito Villa, quien generoso reparte fotografías y posa para las selfies que se colgarán en redes sociales, acompañadas de leyendas como “Aquí, casual con mi amigo Villa”.

Más sobrio en su trato, pero sin dejar de ser amable, Miguel Martínez, el confiable central queretano, saluda con ternura a los pequeños aficionados de Gallos y les pregunta cómo están.

De pronto, la gente se comienza a quedar frente a la mesa donde están los jugadores, por dentro del cordón de seguridad, por lo que el personal de la tienda los invita a seguir caminando. La gente no escucha, siguen tomando fotos con los celulares, mientras quienes están fuera del cinto tratan de observar por entre las personas que están dentro.

La gente termina de pasar, los jugadores están a punto de retirarse, pero antes todo el personal de la tienda pide una foto con los jugadores. Éstos aceptan y los trabajadores, en su mayoría mujeres, buscan el mejor lugar… junto a Tito Villa.

Se arremolinan, buscan salir en la foto, sonríen, posan ante la decena de teléfonos celulares que apuntan hacia ellas, mientras que la gente poco a poco se marcha del lugar, satisfecha de haber logrado estar por unos instantes a lado de su ídolos, quienes son escoltados por personal de seguridad hasta sus vehículos, en los cuales abandonan la plaza comercial, quizá sin saber que a una empleada de la tienda le hicieron el día.

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