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Oscuro futbol, incluso más que el uniforme empleado anoche por primera vez sobre el lienzo verde del Azteca.
Abucheos generalizados, frustración colectiva… Profundo dolor. La Selección Mexicana continúa en punto cero dentro del hexagonal final de la Concacaf rumbo a Brasil 2014. Nuevo empate en Santa Úrsula (0-0), el tercero en igual número de partidos en la actual ronda eliminatoria.
Pobre cosecha que tiene al Tricolor bastante lejos de la XX Copa del Mundo, sumido en el penúltimo sitio de la clasificación de la Concacaf. En este momento, ni siquiera alcanzaría la repesca frente a Nueva Zelanda.
Negro panorama de un equipo al que le sobra corazón, pero urgido de puntería. Brad Guzan apenas ensució su uniforme. La Selección Mexicana dominó a su adversario, inútil presunción. Jamás puso en aprietos al portero suplente de la selección estadounidense, quien volvió a llevarse un punto de oro en el hogar del monstruo de 100 mil cabezas.
Ellos están en posición mundialista, mientras José Manuel de la Torre volvió a tener una noche de dolor, cortesía de sus hombres y el arbitraje. Walter López no señaló dos claros penaltis sobre Javier Hernández y Javier Aquino. El entrenador mexicano descargó la furia contenida sobre sus “villanos no tan favoritos”.
Aunque algunos de los hombres que eligió también hicieron méritos para colocarse el traje. Ninguno como Aquino. El oaxaqueño terminó ahogado en sus limitaciones, incapaz de verdaderamente superar a DaMarcus Beasley, volante habilitado de lateral izquierdo por Jürgen Klinsmann.
El futbolista del Puebla vio la tarjeta amarilla antes del minuto 10. Se colocó cerca del abismo, pero el ex cruzazulino, encargado de generar peligro por esa zona, le tendió la mano. Lo salvó.
De la seguridad a la preocupación y el coraje. El Chicharito probó de todo, hasta botarse del área en pos de hacer contacto con el balón, rasgo inequívoco de un depredador a quien no se alimentó. Aquino, Andrés Guardado y Giovani dos Santos fallaron en la misión… Y las pocas veces que lo hicieron, el chico falló.
Anemia ofensiva que se extiende a 209 minutos sobre el césped del Coloso de Santa Úrsula. Desde aquel dramático gol del Chicharito frente a Costa Rica, en septiembre pasado, el monstruo no ruge. Anoche sollozó, incrédulo ante el triste momento que atraviesa el conjunto del Chepo.
Segunda ocasión que el Tricolor iguala dos partidos eliminatorios seguidos en casa, primera que lo hace sin anotar. La anterior fue ante Estados Unidos (0-0) y Costa Rica (3-3), durante el camino rumbo a Francia 1998. Tropezones que propiciaron el cese de Bora.
Victoria moral de un contrincante que se agigantó conforme avanzó el segundero. Sólo ha salido vivo en tres de 26 visitas, pero la de anoche fue su segunda en fila. Jürgen Klinsmann conoce perfectamente la fórmula para no caer ante la Selección Mexicana. Ya sea como jugador o entrenador, jamás perdió con el representativo ayer vestido de negro (siete partidos).
Cúmulo de estadísticas que hacen más cruda la realidad de un hombre que anoche implantó una amarga marca. Nunca antes, un técnico del Tri no había perdido en sus primeros 15 juegos oficiales (12 victorias y tres empates). El problema es que las igualadas tienen al equipo cerca del precipicio.
Ese lugar tan oscuro como el futbol de una Selección Mexicana que se vistió ad hoc al presente, porque su contundencia ha muerto... Negro panorama.